(Foto: GEC)
(Foto: GEC)

CUESTIÓN DE AUTORIDAD. El pasado 8 de agosto, se produjeron tres fuertes deslizamientos de piedras y tierra en un tramo de acantilado en Magdalena del Mar. La magnitud fue tal que incluso se habló de declarar inhabitables los edificios cercanos, pues corren peligro de derrumbarse. Por unos días cobró relevancia la necesidad de contar con un plan de desarrollo y seguridad para la Costa Verde –los expertos volvieron a recordar el riesgo que afrontan los acantilados por el enorme peso que soportan–, pero como ocurre siempre, el tema pronto pasó al olvido.

Quien sí mantuvo en mente el problema fue el alcalde de Lima, Jorge Muñoz, pues a fines de setiembre anunció que se prohibiría la construcción sobre los acantilados. En realidad, la intangibilidad de esas zonas ya existía desde el 2010, en virtud de la Ordenanza 1414, promulgada durante la segunda gestión de Luis Castañeda. Pero como informó Gestión en febrero del 2014, muchas constructoras hicieron caso omiso, al punto que las licencias del 90% de los edificios sobre los acantilados eran cuestionables.

Resulta que varias empresas recurrieron al Poder Judicial –lo cual era, y aún es, garantía para sacarle la vuelta a las normas legales–. Y la Municipalidad de Lima (MML) no hizo mucho para hacer respetar su propia disposición. Lo que hizo la gestión de Muñoz, el 3 de octubre con la Ordenanza 2184, fue precisar que el área de intangibilidad es “una franja de 120 metros de ancho a partir de la línea de borde del acantilado”. Sin embargo, cinco días después, Muñoz declaró que si los “estudios de microzonificación sísmica” determinan que es posible construir, la MML no lo impedirá.

En medio de estas idas y venidas, que no le hacen ningún favor al supuesto interés por la bahía de Lima y sus acantilados, cabría preguntarse qué papel juega la Autoridad del Proyecto Costa Verde (APCV), que fue creada en abril de 1994 con el fin de “promover, ordenar y supervisar el desarrollo integral y sostenido de la Costa Verde”. Por lo visto, en estos 25 años no ha desempeñado un trabajo muy destacable y, al parecer, en la actualidad tampoco tiene muy claro cómo actuar y qué funciones desempeñar. Una prueba es que en lo que va del año ha tenido tres presidentes.

Mientras tanto, hay proyectos e ideas que merecen ser atendidos, algunos para que sean descartados –como la pretendida construcción de un complejo de marinas y hoteles en la playa–, y otros para ser impulsados, entre ellos la construcción de un hotel en el acantilado miraflorino (no sobre él), pues sería una manera de reforzarlo y reducir el riesgo de derrumbes.