
El miércoles, como estaba previsto (o pactado), el Gabinete ministerial presidido por Ernesto Álvarez recibió el voto de confianza del Congreso. Además de reiterar la aplicación de medidas para combatir la inseguridad ciudadana –el Ejecutivo solicitarán facultades legislativas para tal fin–, el premier se refirió brevemente a la situación de la economía peruana. Dijo que se consolidará una trayectoria de estabilidad, responsabilidad fiscal y confianza en la economía, y que el Ejecutivo adoptará las medidas necesarias para cumplir las metas fiscales del 2025. En otras palabras, el discurso de siempre.
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Habría que pensar que Álvarez no prestó atención a la conferencia de prensa que el Consejo Fiscal convocó el día anterior, en la que lanzó su más grave alerta en lo que va del periodo presidencial y parlamentario 2021-2026. En ese lapso, el Congreso aprobó 229 leyes con impacto negativo sobre las finanzas públicas (Gestión 22/10/2025). Esto representa un inmenso salto cuantitativo –pero nada cualitativo– frente a Congresos previos. Por ejemplo, en el periodo parlamentario 2016-2021 fueron aprobadas 70 leyes con impacto fiscal, mientras que en 2011-2016, apenas 47. Antes, había legisladores que prestaban atención a argumentos técnicos del MEF, BCR y otras entidades cuando surgían proyectos de ley que comprometían fondos públicos.
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Solo considerando las 101 aprobadas por insistencia por el actual Congreso, debido a que el Ejecutivo observó las respectivas autógrafas de ley, el costo fiscal asciende a S/ 35,795 millones. De hecho, el Gobierno y, particularmente el MEF, “tiraron la toalla”. Cuando estuvo al frente del MEF, José Arista llegó a señalar que no tenía sentido observar autógrafas de ley que elevaban el gasto público porque el Congreso terminaría aprobándolas y promulgándolas por insistencia. Y tampoco han utilizado otras herramientas legales como recurrir al Tribunal Constitucional. En lo que va del actual periodo presidencial, solo tres leyes (leyó bien) siguieron esa ruta.
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Así que en responsabilidad fiscal, la trayectoria ha estado siendo obstaculizada por el Congreso, envalentonado ante un Ejecutivo endeble. En tanto, la titular del MEF, Denisse Miralles, está ocupada en hacer reemplazos de altos cargos en el MEF, Sunat y ProInversión, y repetir cifras y estimados de inversiones. Pero tiene que cumplir la meta de déficit fiscal para este año (2.2% del PBI). En agosto y setiembre cerró en 2.4% del PBI y, en los tres meses previos, en 2.6% del PBI. O sea que se está haciendo más complicado seguir reduciéndolo.






