Como se ha repetido mucho en los últimos meses, resulta ciertamente alarmante que, pese a que fueron solo nueve los partidos políticos que mantuvieron su inscripción en el Registro de Organizaciones Políticas del Jurado Nacional de Elecciones luego del 2021, hasta el momento ya sean 25 los partidos inscritos. Y 13 más los que están en proceso de inscripción. A este ritmo, en las próximas elecciones podríamos batir nuestro récord histórico de candidaturas.
Pese a estos números, resulta inevitable preguntarse: ¿en qué medida estos partidos –tanto los nuevos como los más antiguos– realmente amplían la oferta electoral democrática y con estándares mínimos? ¿No será que en buena parte de los casos se trata de más cascarones sin ideologías ni planes claros como a los que estamos tan acostumbrados?
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Pregúnteselo: ¿qué partido o qué político nuevo o antiguo ha hecho pública recientemente una agenda clara de propuestas de reformas para el corto y el largo plazo en temas tan urgentes como mejorar los servicios educativos y de salud, combatir la anemia y cerrar la brecha de infraestructura? ¿Alguno ha hecho saber de ideas serias, concretas y con respaldo en evidencia sobre cómo combatir la criminalidad, la minería ilegal y los delitos medioambientales? ¿Cuáles son los planes concretos para reactivar la inversión que tiene como grupo cada bancada del actual Congreso de la República?
En vez de discutir estos temas y presentar agendas aterrizadas, últimamente hemos visto más bien a varios políticos concentrar sus esfuerzos en aumentar sus presupuestos institucionales, “mochar” sueldos de sus subordinados o pelear con sus adversarios políticos con una madurez digna de los patios de secundaria.
¿Por qué el gobernador de La Libertad ha estado más preocupado por el caso de Paolo Guerrero que por la criminalidad en Trujillo? ¿Por qué el actual Congreso no prioriza la creación de grupos de trabajo que presenten propuestas de cambios de fondo? ¿Por qué la presidenta de la República no es capaz de comprender que incluso si lo considera inocente de cualquier acusación sería mucho mejor separar a su hermano y a su círculo de allegados del Ejecutivo para al menos reducir el ruido político?
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Lamentablemente, estando cada vez más cerca de las próximas elecciones, no se divisa todavía en el horizonte alguna alternativa política seria, con un mínimo de carisma y popularidad y con ideas concretas y bien pensadas sobre qué hacer con el país. Ni en la derecha, ni en la izquierda, ni el centro. Si esta no aparece, lo esperable es que la incertidumbre electoral a la que nos hemos acostumbrado vuelva con más fuerza en el 2026. O antes.
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