Según data de la SBS, el Banco de la Nación (BN) lleva generando utilidades netas, por lo menos, desde 1997 –no hay disponible información para años previos–. Son 27 años de manejo eficiente en una entidad pública en un Estado como el peruano, que es pésimo empresario y usa las empresas bajo su control como agencias de empleos. El BN ha mantenido su autonomía, así como el perfil técnico de su plana gerencial y su personal, y ha funcionado como un banco privado, pese a que tiene una tarea más amplia y costosa: estar donde los otros bancos no están.
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Sus utilidades han ido aumentando con los años: si entre las décadas de 1990 y el 2010, no llegaban a S/ 400 millones anuales, está década han superado los S/ 1,000 millones (a soles corrientes). Ni siquiera la crisis financiera global y la pandemia pudieron poner en rojo sus resultados. Al estar adscrito al MEF, los dividendos que el BN genera son destinados al tesoro público, pero previa aprobación del uso de parte de las utilidades para reinvertirlas en mejorar sus operaciones.
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Los titulares del MEF respetaban ese enfoque. Sin embargo, fue pasado por alto el 2023, pues el entonces ministro de Economía, Alex Contreras, dispuso que el BN entregase por adelantado S/ 1,000 millones a cuenta de sus utilidades –para “maquillar” el elevado déficit fiscal–. El BN cerró el 2023 con utilidades netas por S/ 1,652 millones. Es que al ser rentable, es muy apetecible para gobiernos (y congresos) ineptos y escasos de recursos, con afán de legitimarse vía el aumento del gasto público.
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Según el Consejo Fiscal (CF), la Ley de Endeudamiento Público 2025 incluye autorizaciones para concertar deudas con el BN por más de S/ 12,000 millones para el financiamiento de diversos proyectos, principalmente para el sector Defensa (por ejemplo, compra de aviones y desarrollo de la industria naval). El CF calcula que el gasto público podría aumentar en 1.1 puntos porcentuales del PBI. No hay que olvidar que el Gobierno incluyó al BN, como prestamista forzado, en los paquetes de salvataje de Petroperú –que sí cumple la premisa de empresa estatal ineficiente–.
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El 2023, el BN tenía 456 agencias en el interior del país, alrededor del 40% en zonas de única oferta bancaria (UOB), incluidas localidades de frontera y del VRAEM. El banco privado más grande tiene 370 agencias, incluyendo Lima (según su sitio web). La presencia del BN, con tarjetas, canal digital y créditos con bajas tasas de interés, es clave para la inclusión financiera. El BN es un banco que sirve a los peruanos de a pie, no al Gobierno.
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