PERSPECTIVA. De acuerdo con la Constitución, el BCR es una entidad pública autónoma cuya finalidad es preservar la estabilidad monetaria. Para el logro de este objetivo, ejecuta su política monetaria siguiendo un esquema de metas explícitas de inflación. En otras palabras, su principal preocupación no es reducir la dolarización del sistema bancario, sino más bien evitar que las fluctuaciones del tipo de cambio afecten las expectativas inflacionarias.
Es claro que un dólar más caro aceleraría la desdolarización, además que sería muy bienvenido por los exportadores, pero también elevaría el índice de precios al consumidor muy por encima de sus niveles aceptables. Es por ello que en lugar de asumir una actitud avezada e irresponsable –como lo hacía el BCR de los años ochenta–, el instituto emisor de hoy opta por la prudencia; una conducta que ya lleva muchos años mostrando ser la más adecuada, pues no hemos sufrido ningún rebrote inflacionario de alcance apocalíptico, ni mucho menos.
También es comprensible que el MEF, cuya función exige más capacidad de manejo político, a la par del técnico, se encuentre un tanto descontento con el lento avance de la desdolarización. El titular del MEF, Luis Castilla, expresó esa suerte de frustración cuando la semana se lamentó de que el BCR –cuya política cambiaria calificó de rígida– y la SBS ya no coordinan sus políticas con su despacho, aunque afortunadamente se apresuró en limar las supuestas asperezas.
Sin embargo, más allá del estancamiento del porcentaje de depósitos en dólares sobre el total, lo que parece estar preocupando por igual al MEF, al BCR y a la SBS es el riesgo de sobreendeudamiento, que es lo que sugieren los cambios recientes en indicadores como el aumento de la morosidad y de la refinanciación de créditos.
El mismo Castilla ha informado que se están tomando medidas preventivas y que vendrán más, en la figura de mayores exigencias de capital para los bancos. Hace bien el MEF en anunciar estos ajustes, pues muestran un manejo prudente de las políticas monetaria y financiera. Aquí no hay nada de rigidez, felizmente.