VOTO DE CONFIANZA. La razón por la cual el Gabinete Ministerial estuvo enfrascado en un limbo en el Congreso hasta ayer tiene sus orígenes, no en la reciente formación de este equipo ministerial, sino en la gradual evolución de la primera dama como una fuente de "poder en la sombra" dentro de Palacio. Y paralelamente, como reflejan las encuestas, por la debilidad demostrada por al permitirlo.

La renuncia del expremier y la composición del nuevo Gabinete fueron solo la gota que derramó el vaso o, teniendo en cuenta la votación de ayer, la gota que ha terminado de llenar el vaso. Pues aparte de que este Gabinete haya surgido de la última injerencia de la primera dama en la toma de decisiones del Ejecutivo, la ausencia de un hombre con reconocida trayectoria y liderazgo político en la PCM ha sido interpretada como una señal de continuismo en el modus operandi de la pareja presidencial.

Pero aún con el voto de confianza recibido ayer por el Congreso (con 66 votos a favor), el Gobierno ha sufrido un duro golpe. No solo que los constantes atropellos a la institucionalidad de la han aglutinado a la oposición bajo una misma causa (algo insólito en los últimos años), sino que la opinión pública también ha dejado clara su postura en las encuestas, que arrojaron este mes el menor nivel de aprobación del presidente y de la primera dama en la historia de su gobierno.

Esta carta, sin duda, es una que debe usar el premier para recobrar la autonomía de sus funciones y recomponer la institucionalidad en , pues en este momento, el Gobierno no está en condiciones de sufrir un golpe similar. Una de las lecciones positivas de todo este capítulo es que el Ejecutivo ha experimentado de primera mano los limitantes de su poder: uno de ellos es el Legislativo; otro, la opinión pública.

Como bien dijo el presidente del Consejo de Ministros, René Cornejo, "el voto de confianza del Congreso al Gabinete Ministerial no es un cheque en blanco". El mensaje ha sido claro. Esperemos que el gobierno de Ollanta Humala lo sepa leer.