Perder de vez en cuando es muy diferente que perder todo el tiempo. Cuando tu equipo pierde cada tanto, la cólera, el enojo y la frustración afloran, pero todos estos sentimientos serán pasajeros. Ninguno de ellos se asentará en tu espíritu y se transformará en desilusión o desesperanza. Cuando pierdes seguido, es otra cosa. El riesgo que la siguiente derrota empiece o ahonde un ciclo de desilusión y desesperanza es grande. Los peruanos después de varios fracasos políticos de los últimos años estamos sumidos en un profundo desencanto respecto a nuestro futuro, tal como lo refleja el último sondeo de Ipsos que señala que 75% de los peruanos consideran que el país está retrocediendo. Y esto no es un sentimiento nuevo, es simplemente una tendencia que empezó hace siete años y que sólo ha empeorado.