
Escribe: Juan José Marthans León, economista del PAD – Escuela de Dirección de la Universidad de Piura.
Trabajamos al interior de una economía bifocal, dual, ambivalente. De un lado, disponemos de una gran macroeconomía que denota baja inflación, récord de reservas internacionales, bajos estándares de endeudamiento publico, estabilidad cambiaria y bancaria. De otro lado, un entorno sociopolítico deprimente, contagiado por la ilegalidad y la delincuencia, indicadores de inseguridad crecientes, pésimos estándares de justicia, infraestructura, calidad del Estado, educación, y salud.
Ambivalencia: resultado de reformas mal diseñadas y ejecutadas.
La pésima calidad del sector público, la falta de voluntad política y su clientelismo, la ausencia de un mínimo de institucionalidad, la incapacidad para construir un plan mínimo de infraestructura y los pésimos estándares de gobernanza explican la deficiencia en las reformas ejecutadas. Disponemos de organizaciones políticas preocupadas en ganar las elecciones y cómo rentabilizarlas a su favor, no en gobernar para generar bienestar público.
El Estado, más que ausente, es ineficiente. Está gravemente enfermo.
Pretendemos cambiar el país empleando una maquinaria estatal en deplorable situación. Mal organizada, deficientemente dimensionada, pésimamente gestionada y sin visión de largo plazo. En adición, nuestra clase política no rinde cuentas a nadie, está absurdamente sobreempoderada y sujeta a intereses oscuros. Urge una reingeniería total del Estado, nadie la propone. Urge un cambio de la clase política, nadie lo lidera.

Una modificatoria constitucional es solo un pretexto, un medio, un engaño.
Tema delicado. Tenemos de un lado, quienes no la desean y la maquillan con el único propósito de mantener sus privilegios. De otro lado, quienes la ven como un medio para ganar votos, vender falsas ilusiones y perpetuarse en el poder. Debemos ser claros: nuestra Constitución genera un entorno económico auspicioso y, paralelamente, ampara una realidad sociopolítica desastrosa.
No hay malos electores, hay una ley que impide escoger bien.
Sería recomendable que a futuro se seleccione autoridades a partir de las cuatro agrupaciones que logren la mayor preferencia electoral en la primera vuelta. En la segunda, se escoja a los representantes en el Congreso sólo para estas cuatro agrupaciones y al presidente de la República. Con esto evitaríamos estar obligados a “apostar” entre dos males y, entre otros beneficios, eliminaríamos negociados fragmentados en el Parlamento.
Cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón.
Estamos claros que hoy no existen adecuados requisitos para ser gobernante, ministro o miembro del Congreso. Hasta, en el extremo, la delincuencia dispone de puertas abiertas para tentar cargos públicos. En adición, no existe un mecanismo determinante para renovar cuadros gubernamentales, mejorar la representatividad y obligar a un mínimo de rendimiento de cuentas. En todo este escenario el sector privado y la sociedad civil: adormecidos. Increíble.
Consenso para el desarrollo de la infraestructura.
Hoy sólo se habla de la urgencia de un mínimo de consenso a nivel político y electoral. Aunque ello resulte comprensible, lo que resulta estructuralmente urgente es plantear un consenso a favor de la infraestructura, que incluya la participación no solo de la clase política sino también la fiscalización de la sociedad civil. Sin ello, el desarrollo de la inversión privada estará siempre limitado.
Una nueva elección, una última oportunidad.
Ya no interesan las posiciones políticas tradicionales de izquierda o derecha, ni el caviarismo. Todas ellos han fracasado en la conducción del país. Solo nos queda, a los 34 millones de peruanos, identificar a un nuevo rostro, su calificación profesional, su honestidad, su decisión de disponer de excelentes cuadros profesionales y un mínimo de verdadera conciencia social y real amor por el Perú. A este, masivamente el máximo apoyo; al resto, la indiferencia perpetua.

Ex Superintendente de Banca, Seguros y Administradora de Fondos de Pensiones, ex Director del Banco Central de Reserva y ex Director de INDECOPI.