Escribe: Pedro Grados, director de la Escuela de Posgrado de la Universidad de Lima.
El crecimiento económico es una condición necesaria, aunque no suficiente, para erradicar la pobreza. En el corto plazo, se requieren medidas redistributivas que permitan acelerar el proceso, especialmente entre los aproximadamente dos millones de peruanos en pobreza extrema cuyo presupuesto ni siquiera les permite acceder a una alimentación adecuada. Esto se logra, por ejemplo, a través de programas sociales como Cuna Más, Qali Warma, Juntos y Pensión 65, entre otros.
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Sin embargo, en el largo plazo, la solución depende del crecimiento económico y del incremento de la productividad. Así lo demuestran innumerables estudios académicos y de organismos multilaterales como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo. Es urgente tomar acciones concretas en ambos frentes debido al crecimiento de la población pobre en el Perú, que alcanzó una cifra del 29% en el 2023, en comparación con el 20% del 2019. El aumento de la pobreza monetaria ha sido consecuencia de la falta de preparación e infraestructura para enfrentar la pandemia del covid-19 y a un ambiente desfavorable para la inversión privada, principal factor dinamizador de la economía.
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El perfeccionamiento y la expansión de los programas sociales requiere un manejo adecuado de las finanzas públicas. Es decir, mejorar los ingresos, eliminar las exoneraciones que benefician sobre todo a los segmentos más favorecidos de la sociedad e implementar políticas coherentes que aseguren equilibrios macroeconómicos y sociales a largo plazo. Las recientes autorizaciones del Poder Legislativo, sin oposición del Poder Ejecutivo, para el retiro de un porcentaje de los fondos de pensiones (AFP) y de las cuentas CTS son dos ejemplos de decisiones contradictorias que benefician en el corto plazo a los sectores formales de la economía, que representan aproximadamente un 30% de la población económicamente activa, y perjudican el desenvolvimiento de la marcha económica del Perú. Además, en el largo plazo, los retiros de fondos de las AFP y cuentas CTS afectan las futuras pensiones de los trabajadores y el seguro de desempleo implícito en su cuenta CTS.
El deterioro de las cuentas fiscales complicaría el futuro del Perú en general y afectaría, en lo inmediato, la posibilidad de incrementar el apoyo económico a los sectores menos favorecidos.
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En lo que respecta a la relación entre crecimiento económico y disminución de la pobreza, es importante recordar los estudios de David Dollar y Aart Kraay (2002), con datos de más de 80 países, que determinan que los gobiernos deben centrarse en las bases del crecimiento económico sostenido, evitar una alta inflación y mantener disciplina fiscal para acelerar el proceso de disminución de la pobreza.
Es fundamental acelerar el crecimiento de la economía peruana a niveles de entre 5% y 7% anual, mediante consensos que permitan atraer la inversión privada de todas partes del mundo. Aunque el camino es largo, es posible lograrlo.
Es deber de todos contribuir a mejorar el futuro para que nuestros jóvenes no emigren a nuevos horizontes por oportunidades que, como país, no estamos siendo capaces de generar. El Perú perdió la dinámica económica de los primeros quince años del siglo XXI, cuando era ampliamente reconocido por analistas internacionales como una promesa de progreso y desarrollo.
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