Escribe: Guillermo Boitano, director de la carrera de Economía de la Universidad de Lima.
(17 de septiembre del 2024) Hace un par de semanas, el MEF publicó su Marco Macroeconómico Multianual 2025-2028 (MMM), que detalla las proyecciones económicas del país para los próximos años. ¿Son estas proyecciones realmente viables o solo aspiraciones optimistas? Según el informe del Observatorio Económico, Financiero y Social de la Universidad de Lima, la economía peruana podría crecer cerca de 3.2 %, tal como indica el MMM. Este crecimiento estaría sostenido por la disipación de los choques de oferta que impactaron en el 2023, como el fenómeno de El Niño, las protestas sociales y la gripe aviar. Además, por una recuperación de la demanda interna, impulsada por la aceleración en la ejecución de proyectos de infraestructura y el aumento del consumo de los hogares, en un contexto de menor inflación, reducción de costos de financiamiento y mayor liquidez para las familias debido al retiro de fondos de las AFP y CTS.
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Parece un reto considerable mantener una tasa de crecimiento promedio del PBI del 3 % para el período 2025-2028. Sin embargo, hay razones para ser optimistas: los precios favorables de los minerales, el impacto económico del puerto de Chancay y la ejecución de grandes proyectos mineros son factores alentadores. Según el MMM, se han identificado 24 proyectos cupríferos con una inversión total superior a US$ 32 mil millones.
Si esos proyectos se ejecutan sin retrasos, podrían contribuir al PBI en casi 0.5 puntos porcentuales. Sin embargo, el crecimiento potencial se ha ido reduciendo gradualmente y el MMM lo sitúa entre 2.3 % y 2.6 %. Además, la historia muestra que frecuentemente se posponen nuevos proyectos mineros y hay demoras en la ejecución de proyectos de APP. A esto se suma la incertidumbre política asociada a los próximos procesos electorales. Hemos visto antes que, incluso con condiciones externas favorables, no siempre hemos logrado aprovecharlas.
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En este sentido, debemos tener en cuenta que el déficit fiscal en los próximos meses se irá reduciendo (actualmente se sitúa en un 4 % del PBI) y se espera que cierre el año por encima del límite establecido por la regla fiscal (2.8 % del PBI). Para cumplir con esta regla en el 2025 (2.2 % del PBI), será necesario acelerar significativamente el crecimiento de los ingresos fiscales, lo que depende en gran medida de los precios favorables de los minerales y de un crecimiento económico sostenido. También, se requerirá una considerable reducción en las tasas de crecimiento del gasto público, dado que históricamente en años electorales se observa una mayor ejecución del presupuesto. Así, la senda fiscal propuesta en el MMM transfiere la responsabilidad de la consolidación fiscal al próximo Gobierno, lo que disminuye la credibilidad del plan y aumenta el riesgo de nuevas rebajas en la calificación crediticia soberana a corto y mediano plazo.
Una rebaja que implique perder el grado de inversión podría llevar a que los inversionistas desvíen sus capitales hacia mercados menos riesgosos, lo que agravará las condiciones financieras locales y afectará el PBI a través de una reducción del gasto privado, tanto en inversión (menores expectativas empresariales, fuga de capitales y altos costos de financiamiento) como en consumo (menor empleo y aumento en los precios y créditos).
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En este contexto, la solidez institucional del país y el proceso electoral del 2026 serán cruciales para aspirar a un mayor crecimiento económico que beneficie a todos los peruanos o para enfrentar preocupaciones sobre el futuro.
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