Escribe: Enrique Castillo, periodista.
¿Es la fusión de ministerios una buena solución para lograr eficiencia en el Estado y para destrabar proyectos? En teoría debería serlo, siempre y cuando se haga con una muy buena planificación y con un verdadero criterio técnico. Lamentablemente en el Perú la multiplicación o la creación de nuevos ministerios no ha significado una mayor presencia del Estado o una mejor posibilidad de un buen manejo de ese Estado.
Por el contrario, un mayor número de ministerios ha llevado, lamentablemente, a un mayor crecimiento de la burocracia que se ha asentado en la capital o en las capitales de regiones, con el consiguiente aumento del gasto corriente, asesorías, y contrataciones bajo diversas modalidades, que no necesariamente se han hecho con adecuadas calificaciones profesionales y técnicas, sino en base a clientelismo político, “amiguismo”, o hasta pago de favores de todo tipo, incluyendo los personales o “personalísimos”.
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Además, ese mayor número de ministerios ha traído consigo una mayor cantidad de direcciones, programas, áreas, procesos, procedimientos, evaluaciones, autorizaciones, y aprobaciones, convirtiendo los trámites en esas entidades en un verdadero laberinto, que ha hecho que no se cuenten en días o semanas las gestiones, sino en meses o años.
Todo esto, además, en medio de rotaciones de personal, incapacidad profesional, mediocridad, disputas internas, temores de los funcionarios, y hasta corrupción en muchos casos.
En el Perú se han creado ministerios que muchas veces no tienen bien definida su función o no saben cómo cumplirarla, o que ven duplicadas o poco clara sus tareas en relación a otros ministerios. Es el caso de los ministerios de Cultura, del Midis, o de la Mujer, por ejemplo.
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En otros casos se trata de ministerios cuya área de trabajo resulta bastante pequeña con relación a otros ministerios, como por ejemplo, el ministerio de la Producción.
En la mayoría de los casos, salvo excepciones, los ministerios se convierten en un problema en lugar de ser una solución o parte de ella, y no solo por su ámbito o por sus funciones, sino por su composición profesional y hasta política. Y nos referimos obviamente a la política de Estado, que debe estar siempre presente en un ministerio.
Pero cuando los ministerios se convierten en compartimentos estanco, cotos de caza, o botines políticos, la cosa empeora.
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Ahora, ¿por qué fusionar en este momento y en base a qué?
Lamentablemente no se ha visto que detrás de esta declaración haya un plan o una reestructuración basada en un plan estratégico. Más bien parece un intento por emular en algo una línea relativamente exitosa políticamente del presidente argentino.
Fusionar ministerios debe tener además una intención de lograr una racionalización en todo orden. Reducir procedimientos, mejorar procesos, agilizar trámites, darle una lógica y una organicidad a las líneas de acción y de políticas ministeriales, alinear estrategias así como los comportamientos burocráticos.
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Se trata de conseguir que siguiendo políticas de Estado se pueda elaborar una ruta por la que puedan transitar inversionistas y ciudadanos para lograr, con éxito, que sus inversiones o sus trámites lleguen a buen puerto en el plazo más breve.
Pero también debe tener la intención de ahorrar presupuesto y esfuerzos. No se trata de hacer un “copy paste” y pasar a todos de todos los ministerios o los organismos fusionados con todas las funciones que ya tenían, ni con los presupuestos de los que gozaban.
Si de esto se trata, entonces no hay ningún esfuerzo por elaborar un plan estratégico. Tampoco se trata de desaparecer por desaparecer, personal, áreas o funciones.
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Y una cosa muy importante, además, es darle agilidad y predictibilidad a las decisiones políticas y técnicas que reposan en un ministerio. Esto porque se puede correr el riesgo de darle todo el poder a un solo ministro sobre las decisiones que se tomen con respecto a inversiones que deben ser bien evaluadas.
Todo el poder a una sola persona, es riesgoso y es una posibilidad de arbitrariedad o de corrupción.
No sabemos cual ha sido el sustento real para la decisión de fusionar ministerios en este caso. Si se hace bien, será muy bueno, pero si se hace solo por tratar de ganar algunos puntos en las encuestas, entonces estaremos ante una acción ineficaz y contraproducente.
Este gobierno, a estas alturas, debería tratar de hacer reformas que aunque impopulares, sean muy beneficiosas para el país. Esa debería ser su contribución, por lo menos.
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