Líder de Marsh Advisory Perú
El 2022 ha iniciado con reportes alarmantes de aumentos de temperatura en diversos países del hemisferio sur. En Australia se ha registrado durante los primeros días de enero 50°C y sin ir muy lejos, Argentina ya ha superado los 40°C. Esta histórica ola de calor parece que solo seguirá cuesta arriba durante los próximos veranos. Es por ello que sobre esta situación es importante cuestionarnos qué rol pueden desempeñar las empresas para reducir el impacto que generan sus procesos de producción y cómo mejorarlos.
La responsabilidad ambiental empresarial se ha convertido en el reto de este siglo. Además de las repercusiones que trae el calentamiento global a la vida cotidiana y a la propia actividad productiva, las empresas actuales reciben mayores exigencias en cuanto a responsabilidad y control por parte de los organismos reguladores, los inversores, las partes interesadas empresariales y el público en general.
A nivel global, el sector energético, el de la moda y el de la alimentación son los que más gases de efecto invernadero (GEI) generan. Mientras que, en el Perú, según el Ministerio del Ambiente (MINAM), a estas actividades económicas se les suman la agricultura y el tratamiento de los desechos, debido a la emisión de metano y la contaminación a los suelos.
Entre las iniciativas de responsabilidad ambiental que pueden tomar las organizaciones se encuentran evaluaciones constantes que permitan determinar y reconsiderar el uso y el provecho de los recursos naturales que involucran sus procesos de producción e incluso la venta de servicios.
No obstante, estas evaluaciones no deberían quedar en simples informes. Según el Global Risks Report 2022, elaborado por el World Economic Forum (WEF) con el apoyo de Marsh McLennan y otras organizaciones, los líderes empresariales también pueden aportar en la creación de políticas que gestionen los riesgos y den forma a las agendas nacionales para los próximos años.
Esta evaluación debe ir acompañada de compromisos para el respeto hacia el medio ambiente y de promoción de actividades para el desarrollo sostenible. A través de políticas internas aplicables a los terceros relacionados, también las empresas pueden fomentar un compromiso dentro de sus ecosistemas, generando un compromiso con la comunidad en la cual se desarrolla y opera.
Las consecuencias del cambio climático cada vez son más notorias. El aumento de temperatura puede traer como consecuencia impactos negativos en la salud de las personas e incluso proliferar la aparición de nuevas enfermedades. Por ejemplo, estas altas temperaturas y el incremento de precipitaciones han favorecido la propagación de mosquitos portadores del virus del Nilo Occidental y del Zika.
En el marco del día mundial para la Reducción de Emisiones de CO2, celebrado el pasado 28 de cada año, se hace llamado a la toma de decisiones en favor del cuidado de nuestro planeta; es indispensable convocar no solo a los ciudadanos de a pie, sino a cualquier organización o entidad a mantenerse alertas ante cualquier amenaza que pueda perjudicar continuidad de nuestros ecosistemas. Las empresas deben apostar por un futuro más seguro, más limpio y más próspero, tanto para las personas como para la naturaleza.