(G de Gestión) El mercado de productos de lujo de segunda mano crece entre 10% y 15% por año, y proyecta alcanzar los 64 billones de dólares en el 2025. El éxito de este negocio se explica por el compromiso de las nuevas generaciones con la sostenibilidad y porque este mercado democratiza el acceso a bienes exclusivos.
Frente a esta realidad, los creadores de lujo han respondido de diferentes maneras. Marcas como Isabel Marant o Balenciaga, por ejemplo, han optado por subirse a la ola brindando a sus clientes la posibilidad de revender artículos a cambio de crédito para comprar otros. Ciertas firmas, como Burberry o Stella McCartney, han colaborado con plataformas de reventa mostrando su valor sostenible, pero evitando al mismo tiempo el desafío logístico que supone montar un sistema de almacenamiento y distribución propio para vender productos usados.
Ciertas casas participan en el fenómeno de una manera más acotada. Valentino y Jean Paul Gaultier ofrecen algunas piezas de archivo disponibles en tiendas específicas, con lo que revalorizan sus colecciones más icónicas. Gucci, por su parte, además de colaborar con espacios de reventa, ha concebido Gucci Vault, una propuesta experimental que invita a diseñadores y a artistas a intervenir artículos de colecciones pasadas, para así crear otros nuevos de precio considerable.
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Chanel, a su turno, ha decidido dar batalla. La casa francesa se ha enfrentado legalmente a las plataformas de reventa The RealReal y What Goes Around Comes Around por hacer uso injustificado de su marca e inducir a error a los consumidores respecto de la autenticación de productos. La firma resultó perdedora en el primer caso, pero se estimó este año su segundo reclamo, en una victoria que pone sobre el tapete la problemática de las falsificaciones en el mercado secundario y reivindica el valor del mercado primario. Chanel ha anunciado también que afilará su puntería contra Logan Horne, diseñador reconocido por hacer upcycling de antiguas telas de lujo y convertirlas en nuevas prendas.
El mes pasado se presentó un caso interesante. La irreverente Anti Social Social Club (ASSC) lanzó una colección de artículos entre los que destacaron un Rolex, un bolso Goyard y una billetera de la misma casa. La tienda premium de streetwear habría adquirido estos tradicionales productos en el mercado secundario para intervenirlos y revenderlos en segundos por el triple de su valor retail. Esta acción comercial no solo llama la atención porque ha permitido a ASSC pasar de un ticket de US$ 150 a uno de US$ 30,000 por artículo, sino porque este es un híbrido creado a partir de otros pertenecientes a marcas antagónicas que no tienen ninguna alianza comercial. Mientras corren las apuestas acerca de cómo responderán Rolex y Goyard, ASSC se aprovecha de un buen free ride.
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Abogada experta en negociación. Tiene un master en Gestión de negocios de lujo. Crea estrategias comerciales para empresas que quieren posicionarse en dicho segmento.
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