
Escribe: Carolina Trivelli, economista del IEP
El PNUD acaba de publicar su renovado estimado del Índice de Densidad del Estado (IDE) y una versión ampliada del mismo (el IDE+). El IDE, que se mueve entre cero y uno, busca medir la presencia del Estado a nivel distrital aproximando dicha presencia a partir de la provisión de cinco servicios clave: contar con un documento de identidad (DNI), acceso a agua y saneamiento, acceso a electricidad, educación (aproximado por el acceso a la educación secundaria) y salud (aproximado por el número de médicos por cada 10 mil habitantes). Como en el Perú, prácticamente todos tenemos DNI, esta dimensión se ha eliminado porque no aporta variabilidad (¡Algo en lo que estamos bien! Gracias, Reniec). El IDE muestra una pequeña mejora pasando de 0.726 en el 2019, a 0.764 en el 2024.
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Las regiones con mayor IDE, en el 2024, son Callao, Lima y Lima provincias, junto con Moquegua y Arequipa. Y las que tienen menor IDE son regiones amazónicas (Ucayali y Loreto) y Huánuco, Puno y Amazonas. Loreto tiene un IDE de 0.57, mientras Callao obtiene 0.91. La densidad del Estado es 35% menor en Loreto que en el Callao. Enorme desigualdad dentro del territorio.
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PNUD también calcula un IDE ampliado (IDE+) en el cual agrega dos dimensiones adicionales –seguridad y conectividad– y sofistica las variables de acceso a educación y salud. El IDE+ para el 2024, es de 0.816, y reordena las regiones. Regiones como Callao, por ejemplo, pierden relativamente, posiblemente por sus problemas de seguridad.
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Además, el PNUD presenta su indicador de Desarrollo Humano (basado en la situación económica –el PBI per cápita–, logro educativo y esperanza de vida al nacer de las personas). Este indicador, ha mejorado marginalmente el último año, y recién ha logrado recuperar su nivel prepandemia. El IDH ha mejorado entre el 2017 y el 2024 poco más de 2% y el IDE en algo más de 5%. Está bien mejorar, pero son pequeños avances para el tamaño del desafío.
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Con el IDE y el IDE+, vemos un Estado con una densidad que mejora, pero que sigue siendo insuficiente para gatillar el desarrollo. Es un Estado que no logra asegurar acceso mínimo a servicios básicos a la población y que no genera un piso mínimo común, pues presenta enormes diferencias entre regiones y al interior de las regiones.
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Un caso emblemático es La Libertad, donde los niveles de IDE en los distritos de costa (arriba de 0.8) son muy superiores a los de la sierra (cerca de 0.5). O la constatación de que hay distritos casi sin presencia del Estado. En Rosa Panduro (provincia de Putumayo, región Loreto) donde viven 595 peruanos, el IDE+ es 0.131 y otros con cobertura casi total de los servicios seleccionados: en Arequipa (provincia de Arequipa, región Arequipa), el IDE+ es 0.988.
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Un punto interesante que trae el reporte es que la presencia del Estado y de más servicios, no necesariamente traen más IDH. Hay distritos donde el IDH mejora y el IDE no, y otras donde mejora el IDE y el IDH no. Esto tiene que ver con las oportunidades económicas en dichas zonas, con las legales y con las ilegales, pues estas últimas tienden a contribuir a incrementos en el IDH (al menos de corto plazo), sobre todo en zonas con poco Estado.
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Las mediciones que trae este nuevo informe de desarrollo humano, sobre el IDH y el IDE, deben obligarnos a retomar el debate sobre cómo gestionar mejor las inversiones del Estado para asegurar que este esfuerzo de todos los peruanos (que somos los que pagamos la inversión pública con nuestros impuestos) se traduzca en más desarrollo, en más IDH, y no solo en más gasto.
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Esto exige un Estado que no invierta solo en llevar acceso a servicios básicos, sino que logre garantizar un uso efectivo de cada servicio dentro de un paquete mínimo de servicios de calidad. Llevar agua es distinto de llevar agua limpia, y distinto de llegar con agua limpia, con desagüe y con una posta de salud que asegure atención oportuna para los niños. Son estos paquetes de servicios, centrados en el uso de servicios de calidad, lo que está asociado a una expansión en la calidad de vida. Pero, el desafío no puede quedar ahí, se necesita un Estado que contribuya a que se generen nuevas oportunidades económicas, de generación de ingresos (legales) en esas localidades, y para ello debe asegurarse no solo que se cumpla la ley, sino una coordinación con el sector privado, pues los servicios privados son imprescindibles para el desarrollo económico.
Nos falta densidad del Estado, pero además calidad y uso efectivo de esa densidad para mejorar el bienestar de la población. Más Estado, más servicios públicos, sin el ciudadano en el centro, sin sumar al sector privado, es solo gasto, nada de desarrollo.