Investigadora de European University Institute
Tal como cada 25 de noviembre, el mundo se une para conmemorar el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una fecha que debería ser más que una mera jornada en el calendario. Piensen en su entorno: de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, una de cada tres mujeres ha experimentado violencia física y/o sexual. Este día es un recordatorio constante de nuestra responsabilidad colectiva para erradicar la violencia de género de nuestras vidas y comunidades.
Esta fecha fue elegida en memoria de las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, activistas políticas de República Dominicana también conocidas como ‘Las Mariposas’, quienes fueron brutalmente asesinadas el 25 de noviembre de 1960 por orden del dictador Rafael Trujillo. Fueron detenidas al volver de visitar a sus esposos encarcelados por ser también opositores del régimen, torturadas y posteriormente ejecutadas en La Cumbre. Su muerte contribuyó a la caída de Trujillo.
Aunque hemos avanzado en muchos aspectos como sociedad, la violencia contra las mujeres persiste como uno de los problemas más prevalentes alrededor del planeta. Tal es la magnitud de esta problemática que abarca temas como el matrimonio infantil (una de cada cinco mujeres se casa antes de los 18 años), tráfico de personas (donde la mayoría de las víctimas son mujeres y niñas, especial para tráfico sexual), feminicidio (38% de asesinatos de mujeres alrededor del mundo es a manos de sus parejas), e incluso violencia en línea.
La tecnología y las redes sociales también han introducido nuevos desafíos en la lucha contra la violencia de género. Las plataformas digitales pueden ser utilizadas como herramientas para acosar y amenazar a las mujeres. Es esencial que la sociedad y las empresas tecnológicas colaboren para crear entornos en línea seguros y para abordar de manera efectiva el ciberacoso. Según la Comisión de las Naciones Unidas para el Desarrollo Digital, el 75% de las mujeres usuarias de redes sociales han experimentado alguna forma de ciberviolencia como acoso, amenazas, difusión y manipulación de fotos íntimas sin consentimiento, manipulación de fotos, acoso sexual en espacios virtuales, doxing (que se refiere a la difusión de información privada a fin de dañar a la persona en cuestión), discursos de odio y amenazas de violencia sexual.
Es importante tener en cuenta que estas estadísticas representan un porcentaje de los casos reportados, y las cifras reales pueden ser más altas debido a la falta de canales de denuncia, el estigma y los factores culturales. Los esfuerzos para combatir la violencia contra la mujer implican tanto la sensibilización como la aplicación de políticas y sistemas de apoyo para prevenir y abordar dicha violencia.
Sin embargo, uno de los desafíos más significativos en la lucha contra la violencia hacia las mujeres es cambiar las actitudes arraigadas en la sociedad. Los estereotipos de género, la cultura del machismo y la normalización de comportamientos violentos contribuyen a perpetuar esta problemática. La educación y la sensibilización son herramientas fundamentales para transformar estas mentalidades y construir una cultura de respeto mutuo.
Además, es imperativo que la legislación y las instituciones trabajen en conjunto para proporcionar un marco legal sólido que proteja a las mujeres y castigue a los agresores. La impunidad no puede ser tolerada, y es responsabilidad de cada sociedad garantizar que las víctimas encuentren justicia y apoyo.
No más minutos de silencio por las víctimas, sino un minuto de ruido. Así fue denominada una actividad prevista por la municipalidad de Florencia a raíz del caso de Giulia Cecchettin, una joven italiana apuñalada 26 veces por su novio Filippo Turetta, que ha conmocionado Europa. La joven fue asesinada tan solo cinco días antes de graduarse como ingeniera en biomedicina. ¿Su error? Graduarse antes que Turetta, quien le sugirió que no rindiera exámenes para aplazar un semestre. Y como estos, muchos casos más en todo el mundo. La prensa le pregunta a la hermana de la víctima si considera que Turetta es un monstruo. Ella responde con contundencia. ‘¿Un monstruo? De ninguna manera. Él es un hijo sano de este sistema que permite este tipo de comportamientos’. Y tiene mucha razón.
Este Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, hagamos más que conmemorar. Que sea un recordatorio no solo de la magnitud del problema, sino también de la capacidad que tenemos como sociedad para generar un cambio real y duradero. La erradicación de la violencia de género es un objetivo alcanzable, pero requiere un compromiso continuo y un esfuerzo colectivo. De hecho, en el Congreso peruano ha sido uno de los pocos temas donde se ha alcanzado consenso en las últimas décadas, independientemente de los colores políticos, credos e ideologías.