Investigadora de European University Institute
Eso se pregunta Ágota Kristóf en su libro “La analfabeta”. Nacida en Hungría, una vida y obra marcada por la migración. En su caso, fue un exilio luego del fracaso de la Revolución húngara, junto a su esposo e hija. Se establece en la Suiza francoparlante y adopta no solo un nuevo hogar sino también una nueva lengua. Por ello, el título del libro que alude al cambio en su vida que supuso vivir y producir en francés.
Ninguna migración es igual. Cada individuo tiene sus propias razones para hacerlo o para volver, incluso una persona puede migrar y retornar múltiples veces sin que signifique lo mismo. Al final de cuentas, dejar tu país de origen muchas veces implica que “le siguen el silencio, el vacío, la nostalgia […] el mal del país, la falta de la familia y de los amigos”.
Eso bien lo saben los tres millones de peruanos en el extranjero que ahora tienen un día para conmemorar: el 18 de octubre. Hasta junio de 2023, más de 400 mil se les unieron en un viaje sin retorno según la Superintendencia Nacional de Migraciones. Este número es casi cuatro veces más alto que 2021. Esto se condice con la última encuesta del Instituto de Estudios Peruanos que resalta que casi la mitad del país considera migrar. Esta cifra es la más alta desde 2002, que alcanzó un pico de 38% en 2005 de acuerdo con la CEPAL. Entre los años 2009 y 2018, este porcentaje de peruanos que buscaban migrar no superaba el 23%.
Otro país que atraviesa un fenómeno similar es Argentina. La vertiginosa inflación ha llevado a miles de ciudadanos a dejar el país del sur. Incluso ha superado cifras récord en procesos de obtener una nacionalidad europea, superando números durante la crisis económica de 2001-2002. Como es conocido, Argentina alguna vez fue refugio de migrantes europeos de finales del siglo XIX, y posteriormente ha acogido ciudadanos de Bolivia, Paraguay, Perú y, más recientemente, Venezuela.
Aunque el salto es comparativamente más llamativo debido al cierre de frontera durante la pandemia por covid-19 que restringió los viajes, así como los visados, a lo estrictamente necesario, no sirve para explicar del todo por qué cada vez más personas consideran seriamente dejar el país, sobre todo aquellos menores de 40 años que viven en zonas urbanas.
El ‘milagro peruano’ parece no convencer a la mayoría. Los avances significativos en el crecimiento económico, el manejo de deuda pública y los auspiciosos indicadores macroeconómicos conviven con la desigualdad, la crisis política y la inseguridad ciudadana.
Por un lado, profesionales altamente calificados buscan opciones de recolocación en empresas transnacionales, así como visados especiales para egresados de universidades en países como Reino Unido o Alemania. Por otro lado, también existen los permisos de trabajos especiales como los que ofrece Italia para rubros como agricultura o servicios.
El 70% de peruanos indicó que hubo una reducción de consumo de alimentos, y un 57% se quedó sin ellos. El país le está fallando a buena parte de la población que no tiene más opción que irse. Todo eso, sumado al problema más grave del país según las últimas encuestas: la criminalidad. No hay estado de emergencia que resuelva la inseguridad ciudadana. Se habla de trasladar a las Fuerzas Armadas o de aumentar las penas hasta 30 años por robos de celulares. Ambas propuestas son desestimadas por expertos en la materia.
No sorprende que uno de cada tres peruanos considera que habría que seguir un ‘Plan Bukele’. Nayib Bukele, presidente de El Salvador, se atribuye la reducción de la tasa de homicidios en un 56% mediante una política de ‘tolerancia cero’ con las pandillas. Las críticas por parte de las organizaciones de derechos humanos contrastan con el amplio apoyo de la población. De forma similar, en Perú, el 60% considera que apoyarían a un líder que acabe con la delincuencia aunque no respete los derechos de las personas, sobre todo en sectores A/B/C.
Desde la otra orilla, ser un migrante de origen peruano puede ser duro. A veces, toca ser el único latinoamericano en la sala. Con frecuencia, es asociado con estereotipos negativos o frases clichés. Lamentablemente, la mayoría de (si no, todos) nuestros connacionales sufren xenofobia, discriminación y precariedad que se agudizan desde el prisma de la ‘otredad’. Hace falta ocuparnos de los peruanos que se fueron, y reflexionar por qué cada vez más muchos piensan en también irse. Se ha vuelto tristemente común leer noticias sobre los congresistas, pero también tenemos unos ausentes en las críticas y la fiscalización: los congresistas PEX. Recordemos que esos escaños se implementan para responder al número cada vez mayor de emigrantes peruanos. Sin embargo, al preguntar entre la diáspora peruana, se darán cuenta que aún siguen en deuda con ellos. Sobre todo, con los emigrantes más vulnerables.