
Escribe: Enrique Castillo, periodista
Durante estos días José Jerí ha dedicado gran parte de su tiempo a tratar de hacer notar que está imponiendo un nuevo estilo de gobierno, mucho más dinámico, cercano a la población, pendiente de los principales hechos y sucesos, y con una mayor apertura hacia la prensa.
Sin saco ni corbata, con camisa blanca y las mangas subidas hasta los codos, yendo de un lugar a otro a diferentes horas, ha buscado que se fije en la opinión pública la imagen de un hombre trabajador, sin horario, capaz de liderar cualquier acción que busque resolver un problema o enfrentar cualquier situación.
Seguramente este esfuerzo está orientado a tratar que se borre de la mente de los peruanos su pasado reciente, así como las desagradables etiquetas con las que se le ha tratado en medios, en redes sociales, o en cualquier conversación en el que él haya sido protagonista.
No sabemos si esto le dará un resultado muy alentador, pero lo que queda claro es que se trata de un esfuerzo por difundir un estilo personal.
Sin embargo, lo que queda claro es que para una gestión gubernamental no es suficiente la imagen de una sola persona. Obviamente ayuda al comienzo, como ha sucedido ahora con un sector de la población y de la prensa, pero con el correr de los días se van planteando una serie de interrogantes y de problemáticas que comprometen ya no solo a una persona, sino a todo un equipo de gobierno.
Pero, además, un estilo personal a nivel gubernamental sirve de muy poco si ese estilo no se le imprime a la gestión colectiva, y si no guarda coherencia y consistencia en cada acción y a nivel de toda la gestión.
Ha dicho José Jerí que no va a renunciar porque tiene la responsabilidad de mantener la estabilidad. No sabemos a qué estabilidad se refiere concretamente, pero lo que sí sabemos es que la estabilidad política y jurídica del país no la va a mantener saliendo a comprar emoliente a las 3 de la mañana o acompañando requisas en un penal. Eso le sirve para tratar de mantener SU estabilidad como encargado de la Presidencia, pero no para mantener la estabilidad política y jurídica del país
Una de las principales acusaciones que se le hace a José Jerí es que es la continuidad del pacto que gobierna desde el Congreso, lo que genera una confrontación muy dura, como hemos visto el miércoles en las calles, con un gran sector de la población que rechaza a varias de las bancadas en el Congreso, que son precisamente las que eligieron a Jerí como presidente del Parlamento, las que no lo censuraron y posibilitaron que sea designado como encargado de la Presidencia, y las que ayer bloquearon nuevamente su censura.
Le toca a José Jerí demostrar que el gobierno del Perú, aunque sea transitorio, tiene su sede en Palacio de Gobierno y no en la Plaza Bolívar, y que el gabinete que juramentó el martes responde a los esfuerzos que él y su Primer Ministro harán con cada ministro, y no a las bancadas del Congreso. Eso es hacer esfuerzos por lograr la estabilidad.
En esa línea, poco favor le hace José Jerí a la tarea que dice haberse impuesto, al ir al Congreso precisamente cuando se va a discutir la censura a la Mesa Directiva, reunirse a puerta cerrada con algunos miembros del Parlamento, y brindar una conferencia de prensa conjunta con el encargado de la Presidencia del Congreso.
Con eso, lo único que logra es que mucha gente señale que se confirma que en realidad solo hay un Palacio de Gobierno, y que este está en la Plaza Bolívar. José Jerí tiene que ser más prolijo y más consistente con sus palabras y sus acciones.
Su tarea ahora es la hacer que la población tenga confianza en este gobierno transitorio, y que ese dinamismo y esa acción rápida que quiso demostrar Jerí en estos días se hará extensiva a sus ministros como un estilo general. Tiene que establecer, con su gabinete, el mejor gobierno que se pueda y dar a conocer a la brevedad posible las medidas que se darán para la lucha contra la delincuencia.
Cuando Valentín Paniagüa se hizo cargo del gobierno, dejó de lado su filiación partidaria y sus lazos con el Congreso, nombró rápidamente a su gabinete, y se puso a trabajar con perfil bajo y casi en el encierro, en las medidas que se dictarían luego de años tan duros. Dejó el protagonismo a su Primer Ministro, Javier Pérez de Cuéllar, y a sus ministros. Sabiduría y manejo político que le dicen.
José Jerí tiene que evitar convertirse en un encargado de la Presidencia “figureti”, rehén del Congreso y sin resultados. Sino, ni siquiera podrá defender su propia estabilidad.