Escribe: Enrique Castillo, periodista.
Las primeras encuestas de intención de voto nos muestran una muy baja preferencia de la población hacia los nombres de quienes aparecen en la cartelera política como presuntos o probables candidatos.
Hasta el tan mencionado y “promocionado” Antauro Humala tiene una intención de voto tan baja que estamos seguros ni él mismo se la imaginaba.
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Es verdad que son estudios muy prematuros, y que a estas alturas el electorado todavía no está interesado en manifestar su real y verdadera posición, pero sirven para hacerse una idea del conocimiento y de la percepción que se tiene hoy sobre cada nombre.
Más aún, le debería servir a los presuntos candidatos para pisar tierra, porque con esas cifras cualquier “espontáneo” con un discurso persuasivo (radical o no) podría hacerlos a un lado y avanzar en la última etapa; y porque les va a ayudar, cuando se miren al espejo, para dejar de sentirse los “mesías” o los salvadores de la patria.
La gran mayoría de los encuestados manifiesta que está a la espera de otros rostros y nombres. Tierra fértil para esos “espontáneos” de última hora que buscan ganar a río revuelto; o para una propuesta seria, que no por serlo debe ser teórica, elevada, alejada de la realidad y distante para electorado.
El problema en nuestro país es que siempre se empieza por los nombres y rostros de candidatos y después por las organizaciones partidarias. Eso dificulta enormemente la posibilidad de alianzas o coaliciones, y de elaboración de propuestas.
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Por eso estamos expuestos al riesgo de que la cara, el origen, y el “floro” del candidato sean mucho más importantes que el contenido de la propuesta. Y por eso es que se pueden ver intentos de alianzas políticamente “contra natura” entre organizaciones que tienen muy poco en común o hasta postulados contradictorios; y/o búsqueda de partidos con inscripción, que son en realidad vientres de alquiler, a los cuáles se busca para “ocuparlos” en todos sus niveles, mientras el verdadero “propietario” del partido se hace a un lado convenientemente “recompensado”.
El otro tema es el de los partidos políticos, que han desaparecido del escenario, porque ahora se considera que las bancadas parlamentarias son los partidos, y no se toma en cuenta que, en muchos casos, las bancadas están realmente divorciadas de lo poco que queda de los partidos, y no tienen, muchas veces, vinculación alguna.
En algunos casos las bancadas están compuestas por militantes, en otros en su mayoría por invitados, y también hay bancadas en las que sus miembros están peleados y distanciados de las dirigencias de sus partidos.
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Sin embargo, hoy en día, los partidos son evaluados por lo que hacen sus bancadas, cuando tienen representación en el Parlamento. Es el caso de Fuerza Popular, de Alianza para el Progreso, de Renovación, de Acción Popular, de Perú Libre, y de otros pequeños grupos. No se les conoce otra labor partidaria que no sea la del Parlamento.
Es cierto que unos pocos tienen la responsabilidad de gobiernos regionales como en el caso de APP, pero en realidad se asocia mucho la actividad de sus líderes a la relación con el gobierno o el Congreso, tanto así que en muchos casos se cree que los parlamentarios de sus bancadas son los dirigentes del partido. No es el caso de Somos Perú por ejemplo, en donde casi nadie conoce a sus parlamentarios, pero si conoce a su equipo regional.
Esta asociación de la tarea política partidaria con la labor parlamentaria le va a traer muchos problemas a esas colectividades, porque no hay bancada en el Congreso que se salve del repudio de la población.
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Las últimas encuestas entre empresarios y gerentes generales, por ejemplo, muestran no solo una casi total desaprobación a la labor de la presidenta, sino también un rechazo y una desaprobación total y abrumadora al Congreso.
Quizás muchos presuntos candidatos y casi todos los partidos piensen que hoy se puede hacer cualquier cosa y mañana en campaña la gente se olvidará y habrá una especie de borrón y cuenta nueva. Quizás crean que una vez que aparezca su candidato/a el electorado mirará hacia adelante y todo lo demás quedará atrás.
Pero va a ser bien difícil que eso suceda, porque son muchas las grietas y las confrontaciones que los mismos líderes, sus partidarios, y sus bancadas en el Congreso han generado.
Ojalá que las primeras tendencias en las prematuras encuestas sirvan para que muchos pongan las barbas en remojo.
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