Gerente de Alternativos y Análisis de Prima AFP
El 2022 fue un año difícil y retador en muchos sentidos, y la inversión responsable no fue la excepción. Dada la relevancia que ha venido ganando y tomando en cuenta de que se trata de un campo en evolución, se ha generado debate sobre su futuro y han surgido diversos críticos. En este contexto, es importante preguntar ¿qué esperar hacia adelante en las inversiones sostenibles?
En el corto plazo seguiremos viendo mayor regulación y supervisión, con el objetivo de lograr mejor divulgación, con foco en la transparencia y la estandarización. En los últimos años hemos visto cómo han incrementado sustancialmente las regulaciones relacionadas a ESG en los mercados financieros, incluidos los de América Latina. Seguramente se mantendrá también la creciente supervisión para evitar el “greenwashing”.
Por el lado de los emisores, se continuará con el trabajo en busca de la estandarización de la información de sostenibilidad. Un ejemplo de ello es el trabajo que viene haciendo el International Sustainability Standards Board. Mientras que, por el lado de mayor divulgación de información, se aprobó la Corporate Sustainability Reporting Directive que exigirá mayor divulgación en compañías europeas.
En el caso de los productos, la regulación europea Sustainable Finance Disclosure Regulation ha definido la inversión responsable y ha determinado categorías que diferencian los productos que utilizan la integración ESG y los fondos de impacto. Otros reguladores vienen trabajando también en el tema.
En la misma línea, el cambio climático y la transición energética seguirán siendo uno de los temas prioritarios en la agenda. Los inversionistas pondrán su atención en los compromisos asumidos por los emisores y en el cumplimiento de estos, considerando que las emisiones de gases de efecto invernadero aumentaron durante el 2022.
La guerra en Ucrania precipitó la crisis energética y cambió el foco a la seguridad energética en el corto plazo, en algunos países inclusive se ha regresado al uso de carbón (el más contaminante de los combustibles fósiles); aunque en otros casos ha acelerado la inversión en energías renovables incentivada por diferentes regulaciones que favorecen la inversión (REpowerEU, Inflation Reduction Act). Todo esto en un año que ha puesto de manifiesto los riesgos del cambio climático en diversos desastres naturales.
Hay cada vez más expectativa de un mayor foco en la medición del impacto de las actividades, que generan tanto las compañías como los inversionistas, en el mundo real; considerando como marco de evaluación los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y las diferentes taxonomías.
Es de esperar que el debate sobre la inversión responsable continúe, lo cual es saludable. Sin duda, hay muchas tareas pendientes, pero se viene trabajando en el sentido correcto, en busca de una mayor transparencia y estandarización.