Director de Análisis Económico para Deloitte Spanish Latin America
La acelerada recuperación económica que experimentó la región Andina durante el año pasado será menor en el 2022, un descenso que obedece a un entorno internacional menos favorable debido al conflicto ruso ucraniano, así como a un menor crecimiento de China y los Estados Unidos, pero también a desafíos internos relacionados con una mayor inflación, el alza en la tasa de interés y la depreciación de las monedas locales.
En este contexto, diversos organismos multilaterales han reconsiderado a la baja sus pronósticos de crecimiento económico para la región durante el presente año. Entre ellos, el Fondo Monetario Internacional (FMI), de 3% a 2.5%; el Banco Mundial, de 2.9% a 2.6%; y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), de 2.9% a 1.8%.
Aunque, en general, se puede observar un consenso sobre el crecimiento del PBI regional, la variación de las previsiones resulta de las posibles consecuencias económicas de dos factores externos fundamentales: la progresiva inflación y la compleja situación geopolítica internacional.
Por su parte, los efectos generados por la pandemia han disminuido considerablemente su amenaza a la economía en estos países. Actualmente, la región ostenta una alta tasa de vacunación (79% de la población tiene al menos una dosis), lo que ha posibilitado la reapertura de las actividades económicas, particularmente, por el aumento del consumo en los hogares.
Factores globales que afectarán la economía regional
Al igual que en el resto del mundo, la inflación en estas naciones ha sido impulsada por el aumento sostenido de los precios como consecuencia de los cuellos de botella en las cadenas de suministro, así como de los altos costos de la energía y los alimentos.
No obstante, la rápida reacción de los bancos centrales en la región, al subir sus tasas de interés de política monetaria, ha proporcionado cierta estabilidad. Debido a que se estiman aumentos adicionales en el futuro, la inflación debería disminuir en el segundo semestre del 2022.
Otro importante elemento que impacta en la economía mundial es el actual conflicto entre Rusia y Ucrania. La guerra, que inició hace dos meses, ha provocado efectos importantes sobre el equilibrio macroeconómico regional.
En primer lugar, el aumento en el precio de los commodities, dado que Rusia y Ucrania son grandes productores y exportadores de varios productos como petróleo, trigo, paladio, aluminio y níquel, entre otros. Aunque este incremento podría favorecer a los países de la región que son exportadores de dichos bienes de consumo, el efecto se moderaría en la medida que tengan que importar combustibles refinados.
En segundo lugar, los eventos de esta naturaleza tienden a aumentar la aversión al riesgo. En consecuencia, el financiamiento de los mercados emergentes suele encarecerse porque los capitales buscan llegar a destinos tradicionalmente seguros en los que prevalezcan el dólar o el oro. Asimismo, la región puede enfrentar presiones inflacionarias adicionales por el encarecimiento de los alimentos y los fertilizantes.
Adicionalmente, desde el punto de vista local, cada país tiene particularidades internas que también generarán vaivenes en el desenvolvimiento económico. A continuación, analizamos las perspectivas individuales de cada uno de ellos:
Colombia
Registró un crecimiento récord de 10.6% en el 2021. Aunque hay un efecto base importante (por la contracción de 7% registrada en el 2020), la economía ya superó en 2.8% su tamaño del 2019. La tendencia permite suponer que el crecimiento de la economía colombiana será uno de los más altos de América Latina en el 2022, superior al 5%. Sin embargo, el mercado laboral no ha tenido el mismo comportamiento y la tasa de desempleo en enero del 2022 fue 14.6%, mientras que al cierre del 2019 este indicador se situó en 9.5%.
Colombia también se ha beneficiado del alto precio del petróleo, lo cual mejoró su balance fiscal. El déficit cerró el 2021 en 7.1%, un punto y medio menos que lo proyectado al inicio del año. Esto mejora su perfil de deuda y disminuye las necesidades de financiamiento. Ante el conflicto actual entre Rusia y Ucrania, la nación continuará experimentando impactos positivos por los altos precios de los recursos energéticos durante la mayor parte del año.
En contraste, la inflación interanual de marzo fue la más alta en cinco años (8.53%). Se espera que la tasa de inflación se modere, pero, actualmente, asciende a 4.36%, una cifra por encima de la meta establecida por el banco central (4%). Ante esta situación, el Banco de la República ha aumentado su tasa de política en cuatro ocasiones, de 1.75% a 5%, y no se descartan futuros aumentos.
Entre los elementos que representan un riesgo para la economía colombiana destacan, en primer lugar, la incertidumbre por las elecciones presidenciales, que se realizarán el 29 de mayo, lo que ha frenado la inversión. Y, en segundo lugar, la persistente tensión social asociada al alto desempleo y a la inflación que ha encarecido los productos básicos, como los alimentos.
Perú
Gracias al buen comportamiento del consumo de los hogares y las exportaciones, la economía creció 13.3% en el 2021, el crecimiento más alto de la región Andina durante el año pasado, luego de una contracción en el 2020 de un 11%. Para el 2022, los pronósticos son más moderados: se espera que Perú crezca 3.5%, favorecido por el buen desempeño del sector externo.
La inflación del 2021 fue de 6.4%, la más alta de la última década. Aunque cedió en enero, los datos de marzo la ubican en un 6.82%. Para favorecer la disminución de la inflación, el mercado anticipa que el Banco Central del Perú aumente su tasa de política monetaria. Se estima que para finales de año esta se ubique en torno al 5%.
El principal riesgo para Perú es la inestabilidad política, puesta de manifiesto por la juramentación del tercer gabinete ministerial, en tan solo seis meses de mandato del presidente Pedro Castillo. Aunque la tasa de cambio se ha mantenido estable, los mercados han comenzado a reaccionar y el riego país ha aumentado leve, pero constantemente, en los últimos meses.
Ecuador
Aunque todavía no hay cifras para el cierre del 2021, los resultados al tercer trimestre han sido mejores de lo esperado. De ahí que el Banco Central del Ecuador elevó su pronóstico de crecimiento a un 4%, luego de la contracción económica de 7.8% en el 2020. Sin embargo, el crecimiento es aún insuficiente para que la nación recupere el tamaño de la economía que tenía antes de la pandemia. Esto recién ocurrirá en el 2023, porque el crecimiento esperado para el 2022 es de 3.1%.
El Gobierno ha dado muestras de querer atraer inversión extranjera y para ello ha implementado múltiples reformas. Es de destacar la eliminación progresiva del impuesto a la salida de capitales que bajará 0.25% cada trimestre. Otro elemento que mejora el clima de negocios en el país es la eliminación y simplificación de aranceles, así como la búsqueda de acuerdos comerciales.
El riesgo de la economía ecuatoriana es la sostenibilidad de las finanzas públicas y la dependencia del financiamiento de entidades multilaterales, aunque la dolarización le otorga mayor estabilidad macroeconómica.
Venezuela
El tamaño actual de la economía venezolana es el 23% de lo que era en el 2013. Sin embargo, firmas especializadas en proyecciones financieras –como ENFI, Wood McKenzie y Barclays– contemplan para el 2022 una mejoría moderada de la producción petrolera. Ante este escenario, hay estimaciones que auguran el inicio de una fase de recuperación paulatina de la economía.
Organismos como Credit Suisse ubican para este año un crecimiento de un 20%, el FMI de un 1.5% y la CEPAL en 5%. Considerando que sería el primer año de crecimiento de la economía en casi una década, constituye un panorama, sin duda, alentador.
Por su parte, el Observatorio Venezolano de Finanzas reportó que, en los últimos meses, la inflación mensual ha sido de un solo dígito. Con esta tendencia, Venezuela superaría dentro de poco su episodio de hiperinflación, al enlazar doce meses consecutivos con una inflación menor al 50 %.
El riesgo de la economía venezolana es que depende, en gran medida, de la producción petrolera y, a su vez, del precio del barril en los mercados internacionales. Pero, ante el inédito acercamiento diplomático entre Washington y Caracas en el mes de marzo, surgen expectativas sobre la posibilidad de una eventual flexibilización de las sanciones, lo que pudiera atraer inversiones en proyectos de crudo pesado para aumentar la producción. Sin embargo, desde el 2019, las operaciones financieras de la estatal petrolera PDVSA tienen lugar en Moscú y estarían sujetas al bloqueo que ha impuesto el sistema financiero internacional a la nación europea.
*Este texto fue elaborado en colaboración con Alejandro Mina, gerente de Análisis Económico de Deloitte Spanish Latin America.