Director General de Consultoría de Marsh Latinoamérica y el Caribe
Mientras la pandemia de la COVID-19 continúa afectándonos a todos, la promesa de una llegada temprana de la vacuna se hace cada vez más necesaria. Sin embargo, es una realidad que, en Perú, así como en todo Latinoamérica, se requerirá de un esfuerzo titánico para articular una distribución masiva de las vacunas a la escala que requiere la población nacional, más aún si consideramos los retos que implican los hospitales y centros de salud en territorios profundos de cada país. Perú no es la excepción y de hecho ya algunas voces de expertos como el ex ministro de Salud Óscar Ugarte y representantes del Colegio Químico Farmacéutico, han advertido que aún no se cuenta con todos los requisitos logísticos para la aplicación de la vacuna y que es un imperativo actuar inmediatamente sobre los mismos.
Cada vacuna tiene sus propias características de transporte, distribución, conservación, preparación y aplicación. Por ejemplo, en el caso de la vacuna Pfizer-BioNTech, es importante considerar que aunque varias entidades de control ya la han aprobado en varios países y que su efectividad después de la segunda dosis es mayor al 90%, tiene unos requisitos de conservación muy específicos, especialmente de refrigeración en ultra-frio, necesita estar a menos 70 grados centígrados para mantener su efectividad, y solo en la etapa final de distribución/aplicación podría manejar cadenas de frio de menos 10 grados centígrados, pero su vida se limita en estas condiciones a 6 días.
Recientemente el Presidente Sagasti anunció que desde la coalición COVAX le habían confirmado un lote importante de vacunas durante el primer trimestre del año, las cuales se sumarian a las ya acordadas con Pfizer. Sin embargo, aún no hay claridad cuáles serán los laboratorios que las suministraran, con lo cual las condiciones de logística aún son inciertas, aumentado significativamente los riesgos de no estar preparados. Lo cierto es que, independientemente de donde provenga la vacuna y sus condiciones propias, el reto de llevarla oportunamente a la población según su vulnerabilidad, ofrece un sin número de riesgos que deben ser gestionados activamente para lograr el propósito final que es seguir salvando vidas.
Desde una perspectiva objetiva, en Latinoamérica deberíamos tener capacidad para aplicar sistemáticamente las vacunas, considerando las segundas dosis requeridas, a todo el personal de primera atención y la población altamente vulnerable, durante los primeros cuatro meses del 2021. Posteriormente cada país deberá seguir su propio programa de vacunación gradual de los otros grupos, hasta completar el 100% de la población elegible y buscando alcanzar aceleradamente el nivel de inmunidad de grupo o rebaño que comience a debilitar significativamente el virus y descienda radicalmente los niveles de contagio. Es decir, si consideramos una población de aproximadamente 637 millones de personas en la región, se estima como mínimo, en el escenario más conservador, entre 250 a 300 millones de dosis a ser aplicadas en el 2021.
Ahora bien, es un consenso que para la mayoría de las vacunas se requiere de dos dosis para alcanzar un nivel de efectividad superior al 90%, con tiempos variables de vida de las vacunas (6 meses a 10 días) según condiciones específicas, con lo cual los retos logísticos se incrementan sensiblemente debido a las múltiples variables de riesgo en consideración para una efectiva distribución.
En este contexto, si bien las autoridades vienen avanzando en la compra de la vacuna, es imperativo que también se vaya construyendo o reforzando la “arquitectura” necesaria para lograr la distribución de manera efectiva y segura para toda la población, considerando los siguientes aspectos:
1. Gran distancia: del fabricante al almacenamiento en un centro nacional
- En el caso de los envíos internacionales, seguramente se realizarán mediante transporte aéreo a gran escala. Esto asegura que las vacunas se entreguen en cuestión de horas.
- El desafío es el volumen, velocidad y transporte en frío.
- Aunque el transporte de material biológico a baja temperatura es común, el esfuerzo de transportar grandes cantidades implicará más disponibilidad de aviones y la reconversión de equipos.
2. Corta distancia: del transporte aéreo al almacenamiento de distribución y al transporte regional
- Los puntos de transferencia son un reto, pues es ahí donde existe mayor riesgo de dañar o perder lotes de vacunas.
- Las vacunas tienen una mínima tolerancia a los cambios de temperatura, por lo que se requiere una especial atención cuando se dividen los cargamentos para distribución.
3. Último Kilómetro: distribución y entrega en la instalación local
- En esta fase, los problemas varían mucho, pues todo dependerá de las condiciones de las pistas, las distancias y el clima.
- Debido a las altas expectativas generadas en torno a la vacuna, resulta imprescindible garantizar la seguridad de esta, especialmente en Latinoamérica, para no retrasar su correcta distribución.
4. Kilómetro cero: punto de vacunación
- Se debe velar por ubicar lugares adecuados para administrar la vacuna a gran escala (centros deportivos o comunitarios), además de las instalaciones médicas tradicionales (hospitales, centros de salud), para asegurar mayor cobertura.
- La capacitación para administrar la vacuna será un desafío, pues se debe asegurar que los protocolos clínicos se sigan para así poder minimizar el riesgo de contaminación o infección cruzada.
- Se debe procurar mantener un registro impecable, en el cual se realicen seguimientos estrictos a quienes hayan sido vacunados. En el caso de la segunda dosis existen mayores retos que la primera, ya que debe administrarse en un tiempo exacto y con plena identificación de la persona.
Una vez que el Estado reciba las dosis, comienzan los retos en la protección de la vacuna incluyendo traslados, conservación y administración. Por tanto, es clave definir quién realizará las cadenas de logística, quién va a certificar que la cadena de frío funcione, quién avalará un plan de crisis efectivo y por último cómo se apoyaran con programas de seguros que permitan transferirse al mercado una parte significativa de estos riesgos y reducir el costo total para el estado.