El Perú es un país capturado. Está capturado por diversas mafias, está capturado por políticos corruptos, está capturado por empresarios que gustan jugar por debajo de la mesa e, incluso, está capturado por algunos sindicatos muy poderosos, que tienen la capacidad de detener el tráfico aéreo de un aeropuerto internacional como el Jorge Chávez.
El retraso y suspensión de más de un centenar de vuelos que se registró en el principal aeropuerto del país desde el último jueves y que afectó a más de 6,000 pasajeros solo demuestra cómo pequeñas redes de poder, en este caso del sindicato de controladores aéreos de Corpac, ha capturado el tráfico aéreo a nivel nacional, sin mencionar que vuelven a poner en jaque la imagen del país como destino turístico.
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Ya lo había hecho en abril del 2022, en plena Semana Santa, cuando se declararon en huelga durante la gestión de la golpista Bettsy Chávez como ministra de Trabajo, lo que la llevó a su interperlación y posterior censura en el Congreso. No es poco el poder que tiene este grupo.
Esta vez, como bien anota el periodista Paolo Benza, quien ha investigado este tema a profundidad, lo que está haciendo este grupo es una huelga blanca en protesta por cambios relacionados con la gestión de las horas extra y los protocolos de fatiga, que decidió implementar el Ministerio de Transportes y Comunicaciones.
Esta decisión se tomó luego del terrible accidente aéreo ocurrido en el Jorge Chávez, donde murieron tres jóvenes bomberos, pero, sobre todo, después de que se hicieran públicas unas imágenes de la torre de control del aeropuerto, en las que se observa a algunos controladores durmiendo plácidamente en su puesto de trabajo.
Y, claro, como estos cambios afectan directamente su bolsillo, debido a que algunos llegaban a percibir cerca de ¡S/60,000 mensuales!, con todos sus bonos y beneficios, nos les hizo ninguna gracia un mayor nivel de control y decidieron volver a capturar el Jorge Chávez y, así, volver a capturar el tráfico aéreo del país.
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Finalmente, el MTC decidió ceder al chantaje del sindicato y aprobó exonerar por dos meses que los controladores aéreos operen sin protocolos de gestión de fatiga. Queda claro como en este país un sindicato es más fuerte y tiene mayor poder de decisión que un gerente o un ministro de Estado.
El caso de Corpac no es en lo absoluto aislado. En todo el aparato público existe una serie de sindicatos repletos de trabajadores ineficientes, enquistados por décadas viviendo del Estado y sin un solo incentivo para ser mejores servidores públicos. Y en más de una institución, con planillas doradas y una serie de gollerías a costa del dinero de todos los peruanos, ¿o me equivoco, Petroperú?
Y no es que uno esté en contra de la sindicalización ‘per se’, pero lamentablemente esta es usada como un arma para adueñarse de un puesto como si les perteneciera por obra y gracia de Dios y evitando a toda costa mejoras en la eficiencia y la productividad de estas instituciones.
El problema es que ni los políticos de turno, ni los gerentes que pasan por la administración pública quieren o pueden romper esta cultura nociva de la mamadera estatal. Y cuando lo han intentado valientemente, como nuestro amigo Carlos Paredes como presidente de Petroperú, terminan enjuiciados y totalmente decepcionados de la administración pública. ¿Cómo le quitamos a estos captores lo que es de todos los peruanos? Qué difícil.
Magíster en Economía, diplomado internacional en Comunicación, Periodismo y Sociedad, estudios en Gestión Empresarial e Innovación, y Gestión para la transformación. Cuento con más de 15 años de experiencia en el ejercicio del periodismo en medios tradicionales y digitales.
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