Escribe: María Julia Sáenz, socia líder de Tax & Legal de KPMG en Perú.
En recientes publicaciones pudimos apreciar cómo la Sunat había “jalado” a más de dos tercios de los principales contribuyentes por supuestamente no tener un cumplimiento tributario apropiado, en el denominado “Perfil tributario”. Nos sorprendimos al analizar las razones y comprender cómo los algoritmos diseñados para la clasificación lesionan los derechos de los contribuyentes. Ejemplos de esto hay varios. Es inaceptable considerar como falta de pago, situaciones en las cuales el contribuyente solo ha hecho uso de su derecho a la compensación de la deuda con créditos tributarios (como el ITAN o el IGV justo); o el uso del derecho a rectificar una declaración por errores materiales detectados que no generan deuda tributaria mayor o que son producto de aceptar voluntariamente una observación durante un proceso de fiscalización; o el acceso a la justicia a través del uso del derecho al disentimiento.
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Entendemos que el Perfil tributario es una herramienta de gestión de riesgo y a la vez de educación tributaria. La Sunat no puede soslayar su obligación de colaboración y mejora de la gestión fiscal. Sus potestades sancionadoras son posteriores a aquéllas educativas.
Desde mi perspectiva, la enseñanza y la gestión fiscal son dos actividades que tienen en común el objetivo de mejorar el bienestar de la sociedad. Sin embargo, ambas enfrentan desafíos y dilemas que ponen a prueba su eficacia y su legitimidad.
Cuando un profesor evalúa a una clase y ésta reprueba en más de dos tercios, ¿cuál es la responsabilidad del maestro? ¿O es solo responsabilidad del alumno? Es posible argumentar que el maestro es el principal responsable de facilitar el aprendizaje de los alumnos, y si éstos no alcanzan los objetivos esperados, es porque el maestro no ha sabido adaptarse a sus necesidades, motivaciones e intereses. También se puede sostener que el alumno es el protagonista de su propio proceso de aprendizaje, y si no aprueba, es porque no ha puesto suficiente esfuerzo, atención o compromiso. El maestro solo sería un guía o un facilitador, pero no un garante del éxito académico.
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La solución a este dilema no es sencilla, ya que depende de varios factores. Sin embargo, la responsabilidad del maestro es compartida con el alumno, y ambos deben asumir su rol de manera activa, reflexiva y crítica. El maestro debe diseñar e implementar estrategias didácticas que estimulen el interés, la participación y el pensamiento crítico de los alumnos. El alumno, debe asumir una actitud responsable, autónoma y colaborativa, y aprovechar las oportunidades de aprendizaje que le ofrece el maestro y el entorno.
De manera similar, la Sunat se enfrenta al desafío de garantizar el cumplimiento de las obligaciones tributarias de los contribuyentes, y de generar confianza y legitimidad en el sistema tributario. Para ello, se apoya en una serie de indicadores que le permiten medir el nivel de cumplimiento, la evasión, la elusión, la recaudación, la presión tributaria, la eficiencia y la equidad. Sin embargo, estos indicadores no siempre reflejan la realidad de manera precisa, ni son suficientes para explicar las causas y las consecuencias del comportamiento de los contribuyentes, especialmente cuando han sido diseñados para considerar sancionar a un contribuyente que sólo hace uso de los derechos contemplados en el ordenamiento tributario vigente. Y una marcha blanca no justifica no hacer lo correcto.
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