La cautela es hoy el principal vector de las decisiones empresariales. No hay una parálisis. Pero los CEO de las grandes empresas apuestan por las eficiencias, basadas en la mejora de sus procesos, las implementaciones tecnológicas y todo ajuste que mejore su productividad, sin que ello signifique despidos o reducción de sus operaciones.
Hablo, por supuesto, de lo que ocurre en las empresas que operan en todo el país y contuvieron los golpes de la convulsión social, y no de las que se centran en regiones que fueron o siguen tomadas (o industrias detenidas), donde el impacto negativo en el empleo y las economías locales ha sido incontenible.
Lo sé por las conversaciones que sostengo con al menos un par de líderes empresariales por semana, pero también por la data.
La data es la que recogemos en el Barómetro de los CEO, que desde hace dos meses hacemos con Ipsos Perú, y que les garantizo confiable porque gestiono directamente con mis socios quiénes la responden.
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Allí los gerentes generales corroboran dónde ponen las balas: en mejorar la eficiencia de sus procesos y reducir sus costos operativos (60%), innovar o desarrollar nuevos productos y servicios (37%), asegurar la liquidez y el flujo de caja (32%), mejorar su estrategia comercial (32%), y digitalizar y transformar la empresa (28%).
No son atractivas ni por asomo las opciones de congelar las contrataciones o reducir la planilla (1% cada una). La estrategia combina, así, la contención con acciones que le sacan provecho a lo construido y amplían los márgenes y la espera.
La espera se refleja en una esperanza que trasciende el corto plazo. Los riesgos son innegables la desaceleración económica, el aumento de los conflictos sociales, la inestabilidad de la democracia y la inflación, pero, a tres meses del estallido, ninguno es una sorpresa.
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El management ha aprendido a convivir con una incertidumbre de baja intensidad ya lleva años de entrenamiento, y ocho de cada diez CEO confía en que los conflictos sociales están disminuyendo o se mantienen igual (31% y 47%).
No sorprende, en este escenario, la evolución de las expectativas de inversión del BCR: la de tres meses, que llamamos “confianza”, sigue en negativo, pero la de 12 meses, ya está en positivo. En esta espera, la crisis actual ya vendría siendo vista como transitoria.
La pregunta del millón es: ¿es el final de esta crisis? En Puno, el viernes permanecían 18 puntos con tránsito interrumpidos. Esa tarde llovió en Lima y no hubo más tema de conversación.
Hay una región del país todavía paralizada, pero la sensación en la capital es que su efecto no trasciende a un territorio lejano, y la amenaza de que la convulsión social vuelva a escalar a nivel nacional se diluye con el paso de los días.
A favor del caos está el negacionismo del Congreso, donde la gran demanda el adelanto de elecciones no ha sido satisfecha. La inteligencia nacional no alcanza para saber si estamos en lo cierto o es wishful thinking y nos negamos a una realidad ‘ajena’, envueltos en la limitada esfera de información que nos construimos, rodeados de conversos. Ojalá que no sea así.
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