Escribe: Enrique Castillo, periodista.
Si las bancadas dominantes en el Congreso querían mejorar en algo su tan alicaída imagen y su paupérrima aprobación, han hecho exactamente lo contrario a lo que deberían haber hecho.
Pero si lo que desean es seguir aprovechando de todas las posibilidades que les da el Parlamento y su condición de Poder del Estado, que no tiene control ni contrapeso, para seguir haciendo lo que quieren y lo que le conviene a sus propios intereses, entonces parecen estar en el camino correcto.
La verdad es que muchos, seguramente, tenían la esperanza -que es lo único que se puede tener- de que los líderes de los partidos de las bancadas dominantes, así como los miembros de esas mismas bancadas, reaccionaran y dieran un giro al timón para tratar de recuperar, en este último tramo, algo de la racionalidad y la responsabilidad extraviada.
No se podía pedir un giro de 180°, ni una conversión total de la Mesa Directiva. Tampoco se podía exigir una renuncia general al deseo de mantener el control total del Parlamento, ni a la negociación que mantienen las cinco o seis bancadas que manejan la Mesa Directiva.
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Pero si se podía pedir algo de análisis y lectura desapasionada de la realidad y de la percepción que la población y todos los sectores institucionalizados tienen sobre la labor y el comportamiento de los congresistas y del Parlamento en general.
No ha sucedido nada de esto
La nominación de Patricia Juárez generó alguna esperanza. Uno puede ser fujimorista o no, y se pueden tener observaciones y objeciones a su trabajo parlamentario y a algunas de sus posiciones políticas, pero no se puede dejar de reconocer que se trata de una congresista de lo mejor que tiene este Congreso.
La posibilidad de que ella pudiera presidir el Parlamento podría generar malestar en los anti fujimoristas, pero, vista la realidad del Congreso y el comportamiento de muchos de los congresistas, no era una mala opción.
La presencia de Lady Camones tampoco era una mala opción, dentro de todo lo malo que hay alrededor. APP hubiera hecho muy bien en nominarla y en ofrecer su trabajo como cabeza de lista o en la primera vicepresidencia.
Pero prefirieron, nada menos que para postularlo a la Presidencia del Congreso, al congresista que más resistencia ha generado, que más objeciones tiene, que más sospechas acumula, y que ha sido objetado por muchos, hasta por la misma Keiko Fujimori públicamente en declaraciones al programa de Beto Ortíz en Willax.
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¿Qué ha ocurrido para que el bloque dominante haya preferido el descrédito y la mayor resistencia?, ¿qué ha sido lo que ha hecho cambiar de opinión y decisión a la lideresa del partido fujimorista, y por consecuencia de la bancada naranja?, ¿por qué encabezar la lista con un nombre asociado a lo contrario a lo que todos quieren y buscan?, ¿por qué permitir que la imagen del Congreso se asocie a la protección de la informalidad?
La presencia de Valdemar Cerrón es otro acto incomprensible. Si de por si ya es inexplicable y por demás incoherente política y programáticamente que Fuerza Popular, Alianza para el Progreso y Avanza País compartan la conducción de la Mesa Directiva con Perú Libre, resulta poco prometedor que un partido, a pesar de sus atribuciones, no tenga otro u otros elementos que sean capaces de promover una alternancia que sería muy saludable si lo que se busca es la calidad de esa conducción.
¿Y cómo queda la relación con el Ejecutivo?, el gobierno debe estar feliz con la virtual Presidencia del Congreso, y con la conformación de la lista presumiblemente ganadora.
Adiós a la esperanza de que se restaure el equilibrio de poderes, adiós a la posibilidad de hacer control político real y verdadero, adiós a una seria labor de fiscalización.
Más de lo mismo. Será un giro de 360°. Nada cambiará. Y eso es una muy mala noticia para el país.
El Legislativo seguirá aprobando leyes que el Ejecutivo no observará o no buscará evitar que se promulgue por insistencia. El Ejecutivo evitará molestar al Legislativo y este asegurará al gobierno 12 meses más de esa tranquilidad que muchos llaman “estabilidad”.
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Es verdad que en el Congreso no existe una gran lista de congresistas que pudieran ser una garantía de una conducción responsable, íntegra, bien encaminada, y beneficiosa para el país, pero se podía aspirar a tener algo mejor, o que pareciera mejor.
¿Se imaginan a Eduardo Salhuana como presidente transitorio de la República?
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