Periodista
La primera ministra va a tener que agradecerle al espíritu festivo del exministro de Interior por el voto de confianza obtenido anoche. Sin esa celebración criolla tan sonora y sonada, lo más probable es que la premier hubiera tenido que ir al Congreso acompañada del mencionado exministro, y hubiera tenido que respaldarlo, resignándose, seguramente, a una derrota segura.
Los números no engañan. Sin el exministro, la aprobación a la confianza apenas supera al rechazo por 12 votos (y tuvieron que votar a favor del Gabinete los ministros-congresistas). Con él exministro, no hubiera habido forma de salir aprobada. Una criollísima fiesta salvó a la premier.
La confianza otorgada anoche no es como para celebrar o como para sentirse aliviados. Es una confianza otorgada con mucha desconfianza, aún por varios de los congresistas que votaron a favor de la premier, y que justifican su adhesión por la “gobernabilidad”.
Ya no son solo dos los sectores (Interior y Educación) que generan rechazo en el Gabinete. Hay otros que han empezado a generar dudas, como la Cancillería (a partir del caso Embajada en Venezuela), y el Ministerio de Cultura.
A ellos se suman el Ministerio de Transportes y Comunicaciones, que demostró que en pocas horas podía hacerse sospechoso de quebrar la institucionalidad, y de seguir alentando y respaldando la informalidad en su sector; y el ministro de Energía y Minas, que viene mostrando tan poca pericia en el manejo de los conflictos sociales en las áreas a su cargo.
No escapa a la desconfianza el ministro de Economía que, con frases poco felices, justifica un pedido de facultades para legislar en materia tributaria, motivando fuertes críticas de varios sectores por el enfoque y la oportunidad en que se plantean las nuevas medidas.
A esto hay que sumarle la controversial medida de sacar a la calle a las Fuerzas Armadas para colaborar en la lucha contra la delincuencia, que involucra al Ministerio del Interior –cuyo nuevo ministro tiene tremendo reto por la delincuencia en fiestas navideñas, y los conflictos sociales-, pero también al Ministerio de Defensa, el mismo que no ha explicado con claridad por el cambio de los comandantes generales del Ejército y la Fuerza Aérea.
No dejaremos de lado al Ministerio de Trabajo, cuya Agenda 19 ha motivado un debate intenso en el área laboral. Ni a la misma premier, que ha motivado diversas críticas por su enfoque frente a los últimos acontecimientos en la línea de manejo de los conflictos sociales.
A esto le tenemos que agregar los sobresaltos que produce cada pronunciamiento del presidente de la República, así como su defensa de cuestionados ministros, como el que acaba de salir al compás de criollas melodías.
La tarea que tiene por delante la premier luego de esta forzada confianza es inmensa. Tratar de tener una ¿hoja de ruta, plan de acción, programa de emergencia? consensuado con el impredecible presidente, y planteársela abierta y transparentemente al país; alinear –y alinearse- a sus ministros y lograr que respeten la línea marcada; corregir los despropósitos que cada uno plantea y ejecuta en su sector, como en el caso del de Transportes; dialogar y ganarse la confianza de las bancadas y de la población; cumplir con lo ofrecido y echar a andar el país. No es poca cosa.
Lo de anoche fue solo un respiro con susto que puede acabar mañana si no se corrigen muchas cosas al interior del Gobierno.