
Escribe: Dario Zegarra, Presidente del Instituto de Ingenieros de Minas del Perú
En su mensaje a la Nación por 28 de julio, la presidenta de la República hizo anuncios que, de concretarse, serían sustanciales para el país. Resaltó la consolidación de la ley para la pequeña minería y minería artesanal, la cual se busca consensuar mediante una mesa técnica para su envío al Congreso. A ello se suma el anuncio de proyectos que estarían iniciando su desarrollo, tales como Zafranal y Pampa de Pongo, además de un shock desregulatorio que nos ayudaría a aprovechar la valiosa cartera de inversión minera que tenemos inactiva desde hace años.
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Sin embargo, este es solo el punto de partida. Lo que defina el país en los próximos meses (considerando además un nuevo año electoral) marcará el rumbo de nuestra industria y su capacidad de generar bienestar. Y este no es trabajo netamente del Ejecutivo; es un esfuerzo que nos compete a todos.
La competencia internacional no espera
Nuestro país compite por atraer inversión en un contexto desafiante, donde los minerales son esenciales para el desarrollo tecnológico, la electrificación y la reducción de emisiones de CO2. Cada vez más países intentan cubrir esta necesidad con proyectos nuevos en minería, mientras el Perú mantiene la misma oferta desde hace años.

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Los proyectos anunciados por la mandataria, además de la reactivación de Tía María, contribuyen a nuestro posicionamiento como destino de inversiones. Ello se refleja también en una mejora significativa en el último ranking de competitividad del Fraser Institute, donde el Perú evidencia una mejora, pasando de la posición 59 en el 2023 al 40 en el 2024, entre 82 jurisdicciones analizadas.
El desafío interno: pasar del potencial a la acción
Seamos conscientes que atraer y retener la inversión es una competencia permanente. Argentina viene despertando mucho interés por parte de los capitales y provincias como La Rioja han pasado del puesto 83 al 44. El desafío de fondo para el Perú sigue siendo interno: agilidad regulatoria, claridad normativa y una gestión pública capaz de traducir potencial en progreso real.
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Asimismo, urge repensar nuestro enfoque hacia la minería de pequeña escala. No basta formalizar por cumplir. Necesitamos garantizar trabajo digno, seguridad social y respeto por el ambiente, propiciando que estas actividades sean modelos de negocio sostenible, trabajando articuladamente con la gran minería y el tejido de empresas proveedoras. Un nuevo marco legal debe dejar atrás el Reinfo, que sólo ha perpetuado la informalidad.
Minería ilegal: una amenaza a la institucionalidad
La minería ilegal, en tanto, es más que un problema de seguridad: es una amenaza a la institucionalidad. Combatirla exige una estrategia cohesionada, con roles activos del Ejecutivo, Legislativo y Poder Judicial. Sin trazabilidad y sin justicia efectiva, los esfuerzos de lucha quedarán en el papel.
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El Perú necesita cohesión, visión y firmeza. Pongamos nuestro talento y trabajo en beneficio de la sociedad y construyamos el Perú que queremos para nuestras familias, conscientes que los desafíos tenemos por delante debemos asumirlos todos.