Socio Fundador de Amrop Perú
Cuando la pandemia aterrizó en el Perú y —como consecuencia de la rápida propagación de la COVID-19— todas las empresas y entidades del Estado se vieron obligadas a adoptar el teletrabajo como mecanismo de continuidad en sus operaciones, el concepto de ‘transformación’ cobró un protagonismo sin precedentes. Muchos entendimos que la transformación digital no se trata únicamente de comprar licencias de software, sino de un cambio de cultura y mindset entre los líderes y colaboradores de una organización. Dado dicho contexto, los ejecutivos han tenido que evolucionar a un ritmo acelerado para mantenerse y destacar.
Desde entonces, nuevas normalidades llegaron para quedarse. Una de ellas, probablemente la que en el ámbito laboral más resalta, es la del trabajo remoto o teletrabajo. Las plataformas basadas en la nube han retado los conceptos clásicos de espacio y tiempo, dando lugar a la creación de equipos de trabajo que empezaron a trabajar sin la necesidad de un espacio físico en común. Esto ha impactado las condiciones que los profesionales exigen al momento de negociar su salida o ingreso a una compañía. Recordemos que, según el World Economic Forum, el 98% de los empleados de las empresas quiere tener la opción de trabajar desde casa durante al menos parte de la semana por el resto de sus carreras. Es decir, la semi presencialidad o trabajo híbrido está ganando creciente aceptación.
Podemos notar a nuestro alrededor cómo la presencialidad está retomando paso y la instauración de los esquemas híbridos de trabajo (algunos días de semana en oficina y el resto haciendo trabajo remoto) cada vez tiene mayor aceptación en las empresas. Esto plantea retos entre los ejecutivos en el sentido de cómo lograr destacar en la semi presencialidad. Alan Murray de la revista Fortune aborda el desafío de las reuniones de directorio virtuales. Así, plantea la siguiente cuestión: ¿Son las reuniones de directorio virtuales tan efectivas como las reuniones de directorio en persona? Según una encuesta de la National Association of Corporate Directors (NACD), refiere Murray, un 45% de quienes respondieron dijo que “no”, mientras que apenas el 15% señaló que “sí”. El resto se mostró indiferente a ambas opciones.
¿El reto? Según el 72% de los encuestados, es la pérdida de la “comunicación no verbal entre directores”. Los gestos, los movimientos estratégicos, la toma de notas con propósito y otras herramientas muy utilizadas de persuasión en la sala de juntas pierden su poder en el contexto de una videoconferencia. Sin duda, la virtualidad ha relajado muchas habilidades que en la era pre-pandémica eran altamente apreciadas. Por ejemplo, la referida “comunicación no verbal”, habilidad que, si se retoma con fuerza, será muy nítidamente una importante fuente de valor agregado entre los ejecutivos.
Todo ejecutivo, CEO y directivo debe tener muy bien mapeados a sus stakeholders. Preocúpate por ellos y sé empático. Cuando se trata de una organización compleja (pensemos en bancos y financieras, retailers de gran magnitud, empresas de consumo masivo, agroindustriales, real estate y construcción, entre otros casos), decenas y cientos de proveedores dependen de ella. Ciertamente, la empatía es difícil de transmitir por videoconferencia, así que aprovecha los espacios de interacción in situ para reforzar respuestas y actitudes que inspiren calma, confianza y sentido de pertenencia entre los miembros de tu organización.
Finalmente, no podemos dejar atrás la importancia de un constante entrenamiento y actualización de habilidades y conocimiento. McKinsey ha estimado que el 14% de la fuerza laboral mundial deberá volver a capacitarse por completo y que el 40% requerirá una actualización parcial para continuar con sus ocupaciones actuales. Asimismo, de los líderes corporativos encuestados (pertenecientes a EE.UU. y Europa) por McKinsey, el 70% calificó como urgente la necesidad de una reinvención laboral para el 2022. En un contexto de acelerados cambios, los ejecutivos deben abrazar habilidades de adaptación a la nueva dinámica del mercado, que incluye una reconfiguración de los modelos de negocio dado el contexto actual. Sin duda, esta constante actualización no solo trae beneficios personales (por ejemplo, dándole mayor valor a tu CV), sino que —al aplicarse en el día a día de una compañía y así traer beneficios de negocio— representa un elemento de cambio positivo que reforzará el posicionamiento, prestigio y reputación de quién esté ejerciendo el liderazgo de dicha transformación.