Líder de Consultoría en Riesgo Cibernético para Latinoamérica de Marsh Advisory
Recientemente el mundo fue testigo de uno de los apagones virtuales más largos de los últimos años. Durante más de seis horas WhatsApp, Facebook e Instagram dejaron de funcionar, mientras que también se registraron breves problemas para ingresar a Telegram y Twitter. Esta caída de redes sociales habría generado a los negocios en Perú una pérdida de S/ 14,000 millones, de acuerdo al portal Netblocks.
Los negocios más afectados por las caídas de las redes fueron aquellos que tienen como único medio de transacción a las redes sociales de Facebook Inc. (Facebook, WhatsApp e Instagram). Estas empresas ofrecen productos y servicios mediante Marketplace o pequeños negocios que gestionan pedidos vía una cuenta de WhatsApp. Frente a este panorama de riesgo es que son necesarias nuevas opciones para que las empresas puedan continuar laborando en caso de problemas como los que ocurrieron este mes.
Es entonces que el comercio electrónico se convierte en una de las alternativas para estos negocios. De hecho, ha sido uno de los sectores que mayor crecimiento ha generado durante pandemia. De acuerdo al estudio Mobility in a post-pandemic world: from evolution to revolution, elaborado por Marsh, durante la primera mitad del año de pandemia, solo en Estados Unidos se registró un aumento de comercio electrónico equivalente al de los 10 años anteriores.
En Perú, el crecimiento del también conocido e-commerce, durante los primeros seis meses de pandemia fue el equivalente al de los últimos 5 años, generando movimientos por US$ 6,000 millones, de acuerdo a la Cámara Peruana de Comercio Electrónico (Capece).
Además de las redes sociales, el comercio electrónico se enfoca en el uso de webs para los negocios generando distintas vías para el proceso de adquisición de un producto o servicio. Actualmente ya hay establecimientos que cuentan con páginas web y crean perfiles en redes sociales para conseguir llegar a un mayor rango de público, pero con la reciente caída de las redes sociales, incluso pequeños negocios tienen la necesidad de incorporar nuevos canales virtuales para continuar trabajando.
El proceso del e-commerce conlleva a una responsabilidad por parte de la entrega de los productos hasta los domicilios debido a la alta demanda originada por las medidas estrictas generadas por el COVID-19. En ese sentido, el estudio de Marsh sugiere que es una era para el comercio electrónico en la que la entrega de productos a domicilios no es solo una preferencia, es una expectativa e impacta los tipos de negocios en los que se eligen comprar.
Asimismo, los negocios de delivery o los de venta por catálogo, han encontrado nuevos métodos para la realización de cobros y pagos. A nivel mundial, solo en el último año se han generado USS 4.8 billones en pagos, según el estudio de Marsh. Ello sostenido por el impacto del COVID-19 y la disponibilidad de carteras digitales como Apple Pay, AliPay y WeChat, ese número está aumentando rápidamente.
Y, así como los negocios incorporan nuevas vías de entrega y pagos, los consumidores tienen mayores exigencias y retos para los comercios electrónicos. De acuerdo al estudio mencionado, existe ahora mayor expectativa por entregas rápidas, mayor expectativa de precios diferenciados y trasparentes, así como una mayor necesidad de que se implementen medidas de ciberseguridad, lo cual suponen nuevos riesgos que los emprendimientos deben considerar, identificar y evaluar sobre cómo mitigarlos o minimizarlos. Entre algunos de los aspectos críticos que se deben adoptar, se encuentran las buenas prácticas de desarrollo seguro, evaluaciones periódicas de vulnerabilidades y pruebas controladas de intrusión para validar los niveles de seguridad de las aplicaciones web y móviles, y corregirlas de manera oportuna.