Directora de Operaciones de LLYC Perú
La presencia mediática de las mujeres ha aumentado sensiblemente en los últimos años, lo cual -sin duda- es un avance para la causa de la igualdad de género. No obstante, al evaluar los criterios, las jerarquías y el lenguaje que utilizan los medios de comunicación para referirse a las mujeres, vemos que aún quedan oportunidades para mejorar. A veces, las mujeres en los medios son extraordinarias, otras veces son anónimas, y casi siempre llevan el adjetivo “femenino” como apellido adicional. Con las mujeres aún se da una subordinación semántica de la persona con respecto a su género, lo cual ocurre incluso a partir de las mejores intenciones de visibilizar su talento y de su éxito por parte de periodistas, editores y productores.
A esta conclusión llegamos en LLYC al publicar el informe “Mujeres sin nombre, avances de la presencia de la mujer en medios de comunicación y el desafío pendiente”. Lo hemos hecho después de analizar, con ayuda de la tecnología, 14 millones de noticias de más de 78,000 fuentes de información en 12 países. Nuestro objetivo fue evaluar cómo tratan los medios de comunicación a las mujeres y lo que encontramos, como dice el informe, es que “el tipo de referentes femeninos que estamos proyectando en las nuevas generaciones y los futuros decisores está todavía distorsionado: se habla poco de las mujeres, y a menudo de forma sesgada”.
Estos sesgos se pueden resumir en cuatro grandes categorías:
El apellido es femenino. Como citamos en el informe, no es raro encontrarnos con titulares como “Una mujer será primera ministra en Italia” en lugar de “Giorgia Meloni será primera ministra en Italia”. Aunque este tipo de titulares pone de manifiesto que aún hoy, en el 2023, las mujeres siguen llegando a espacios y posiciones que solo han sido ocupados por hombres, también entraña el riesgo de invisibilizar a la mujer, en particular que protagoniza la noticia. Puede sonar anecdótico o exagerado, pero la data nos muestra que, en algunas secciones de los medios, la probabilidad de que se mencione a la mujer por nombre y apellido es 40% menor a la que tienen los hombres. Asimismo, la mención explícita al género es 2,3 veces más frecuente en mujeres que en hombres. La subordinación semántica las relega a un rol secundario y anecdótico, en algunos casos, o a que una mujer en particular se convierta en representante de todo el género.
Las “superwoman” hacen noticia. Uno de los primeros hallazgos del estudio fue que se hablaba más del éxito que del fracaso de las mujeres. Esto, que suena positivo a primera vista, se convierte en un riesgo cuando evidenciamos que la imagen que estamos transmitiendo de las mujeres en los medios es únicamente la de las mujeres excepcionales. Las noticias sobre mujeres políticas, por ejemplo, destacan un 50% más sus aciertos y minimizan sus errores en comparación con los dirigentes masculinos. Una de cada cinco notas sobre mujeres científicas expone un liderazgo que resulta inspiracional. Las noticias incluyen términos como “líder”, “reconocida” o “representa”. En comparación a la cobertura sobre científicos hombres, en el caso de las mujeres, se le da mucho más valor a ser “la primera” en inventar o descubrir algo, que a ser quien consigue una mejora o un progreso.
La imagen todavía pesa. Una de cada 25 noticias que protagonizan mujeres tiene alguna referencia a la moda. La palabra “elegante” se utiliza en un 40% más de noticias referidas a mujeres que a hombres. Cuando se habla sobre hombres, se encuentran términos relacionados con la imagen pero de carácter mucho más descriptivo: se puede mencionar la ropa de los hombres, pero en el caso de las mujeres se evalúa si van a la moda.
Las mujeres y la foto de familia. Se menciona un 36% más a la familia en noticias sobre mujeres. Hay un impactante 366% más de menciones a la familia en noticias sobre empresas asociadas a la mujer que al hombre (4 veces más), y un 191% en el caso de ciencia (2 veces más).
Al analizar la cobertura mediática , en múltiples medios, países e idiomas, nos topamos con un panorama que puede resultar sobrecogedor. Para un hombre, aparecer en una noticia significa contestar algunas preguntas en una entrevista o evento público. Para una mujer, la misma experiencia puede implicar ser representante de todo el género femenino, exponer una imagen de éxito extraordinario, dedicarle mayor tiempo y dinero a su apariencia física o correr el riesgo de ser juzgada por ello y/o presentar una vida familiar ejemplar. Estas presiones refuerzan el denominado “síndrome de la impostora”, la sensación de inseguridad y agotamiento que puede producirse en una mujer ante la idea de que el crecimiento profesional y la exposición pública llevan asociadas cargas adicionales. Ya es hora de aligerar este peso.