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Escribe: Rodrigo Isasi, socio y director ejecutivo en Empathy
¿Cuándo fue la última vez que le preguntaste a alguien en tu equipo cómo estaba… y esperaste, con sinceridad, una respuesta honesta? Esta solía ser una conversación habitual cuando visitaba los restaurantes que lideraba. No era una estrategia sofisticada, solo una charla sencilla.
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Una tarde, visité uno de los locales y le pregunté a una mesera cómo estaba. Su “bien” automático no me convenció, así que intenté ser más específico: ¿Cómo estás viviendo la pandemia en casa?. Esta segunda pregunta abrió la puerta a algo más profundo. Me habló de las personas que había perdido, de cómo se había convertido en el único sustento de su hogar, de sus preocupaciones diarias. Al terminar, vi algo inesperado: una sonrisa. No porque su situación hubiese mejorado, sino porque se había sentido escuchada.
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Si este simple cambio generaba ese nivel de conexión, me pregunté: ¿Cómo podríamos escalar esta práctica para impactar a toda la organización? Así nació el check-in emocional, una breve encuesta quincenal diseñada para medir el pulso del equipo en tiempo real. A diferencia de la clásica encuesta anual de clima laboral, que refleja un acumulado de experiencias, esta herramienta nos ha permitido identificar y abordar problemas concretos, rápidamente. Y el efecto se logra desde la primera pregunta: ¿tu jefe directo se ha preocupado por tu salud emocional en las últimas semanas?
Puede parecer muy intenso, pero es necesario. Ningún buen líder esperaría hasta el final del año para revisar los estados financieros y evaluar cómo les fue, ni aceptaría reportes parciales solo de algunos negocios para inferir en el rendimiento del resto. La gestión de la experiencia de trabajo requiere la misma disciplina y rigor.Esto implica no solo una alta frecuencia y alcance amplio, sino también seguir algunos principios de ejecución:
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- No trabajar con promedios, sino con distribuciones. En lugar de enfocarnos en un índice general de satisfacción, analizamos los extremos: ¿Quiénes están en su mejor momento? ¿Quiénes necesitan apoyo urgente? Esto nos ha permitido aprender de los equipos más motivados y actuar donde hace falta.
- Estructurar espacios para la conversación. No basta con recopilar datos; hay que hacer algo con ellos. Por eso, integramos el check-in emocional en nuestras reuniones clave. Así como revisamos los KPI financieros y operativos, iniciamos las discusiones con la data emocional y acciones tomadas.
- Usar tecnología para amplificar el alcance. Implementamos herramientas digitales fáciles, que permitan a cada persona expresar cómo se siente, de forma anónima o directa. Esto nos ha ayudado a visualizar tendencias, detectar puntos críticos y tomar acción con rapidez.
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La respuesta inmediata: gratitud y responsabilidad.
Los resultados son evidentes. Los colaboradores valoraron ser vistos más allá de su rol, y los gerentes entendieron que esta práctica no era un gesto ocasional, sino parte esencial de su responsabilidad. No se trata de resolver todos los problemas personales, sino de reconocer que, detrás de cada número y tarea, hay personas con historias, desafíos y emociones.
Hoy te dejo una pregunta: ¿Estás midiendo el verdadero estado de tu equipo o solo revisando los números?
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