Escribe: Cecilia Blume, miembro de WCD.
Cuando pensamos en directorios, sus funciones y sus miembros, pensamos siempre en empresas privadas. Pero el Estado tiene una de las empresas más grandes del país, con activos por S/. 22.3 miles de millones y un patrimonio de S/. 22.4 miles de millones. Fonafe, el Fondo Nacional de Financiamiento de la Actividad Empresarial del Estado, es una empresa de derecho público adscrita al Ministerio de Economía formada por 35 empresas entre ellas Sedapal, Electroperú, el Banco de la Nación, el Fondo Mivivienda, EsSalud, Cofide, SIMA Perú, Electrocentro, SEAL, Hidrandina, Egasa, Egesur, San Gabán, Perupetro.
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La lógica tras la creación del Fonafe en 1999, fue establecer un mecanismo transitorio entre las empresas que podrían ser atractivas para el sector privado y aquellas que siempre serían estatales por no ser rentables para un privado. Por ejemplo, el Banco de La Nación actúa allí donde no está presente el sector privado, por falta de rentabilidad. Cumplir con el principio de subsidiaridad contenido en la Constitución era entonces, una meta.
El Fonafe buscó ser autónomo, profesional, lograr eficiencias en cada empresa a partir de incentivos y metas claras, transparentar sus actividades y establecer buen gobierno corporativo. Antes del Fonafe las empresas públicas estaban adscritas a los ministerios quienes nombraban sus directores, que en muchos casos eran amigos, cobrando un favor político. Muchos de estos directores no eran profesionales, no conocían la materia y por ende no ayudaban a que la empresa creciera. Algunos directorios tomaban decisiones que dañaban a la empresa, sin control alguno.
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Hoy el Fonafe tiene un directorio conformado por cinco ministros y cada empresa tiene su propio directorio. Además, tiene un director ejecutivo que vela por la marcha de las 35 empresas. Es, para todos los efectos, el gran CEO, con responsabilidad en empresas de todo tipo.
Las 35 empresas públicas tienen, cada una, su propio directorio con cinco directores que deben cumplir con ciertos requisitos, como mínimo tener título universitario. Dos de estos directores son independientes y se eligen de una terna presentada por un head hunter luego de un riguroso proceso de selección. El resto de los directores son patrimoniales, nombrados sin concurso y son mayoría.
Las empresas públicas no quiebran, los peruanos les seguimos poniendo dinero. Petroperú es un ejemplo. Logró salirse del Fonafe por ley y quizá haya sido una de las razones de los más de 6 mil millones de dólares gastados en Talara sin control. Petroperú, en el sector privado, estaría quebrada. Por ello, cuando menos, debería volver al Fonafe.
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El Fonafe podría listarse en bolsa permitiendo la participación privada. Tendríamos empresas más transparentes, eficientes e innovadoras que competirían mejor en el mercado y quizá con mayores utilidades. Mientras tanto las empresas públicas al mando del Fonafe necesitan buenos profesionales, con el conocimiento necesario de la actividad, que busquen el crecimiento y eficiencia y que no sean cambiados cada vez que entran nuevas autoridades. Lo más difícil, lograr un sentimiento de pertenencia, pues nadie cuida lo que no tiene dueño.
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