Escribe: Carolina Trivelli, economista del IEP y exministra de Desarrollo e Inclusión Social.
Como se ha venido alertando, entramos al tramo final del llamado “bono demográfico”. El año pasado fue el último año en el cual la tasa de dependencia (proporción de dependientes por cada persona en edad de trabajar) caería. En el 2023, de acuerdo con el INEI, contamos con 60.6 dependientes por cada 100 personas en edad de trabajar. A partir de este año, cada vez registraremos más dependientes respecto de la población en edad de trabajar. Como señaló Diego Macera en una columna en enero de este año, la “demografía no perdona” y si no aprovechamos estos pocos años de todavía una baja tasa de dependencia, perderemos oportunidades irrecuperables de desarrollo. Estamos tarde, pero aún tenemos oportunidad de actuar para aprovechar la cola final de este bono, y como otros países, asegurar que en estos años finales de relativas bajas tasas de dependencia invertimos con efectividad en que los jóvenes lideren y guíen el desarrollo futuro del país.
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Desgraciadamente, cuando se analiza la situación de los jóvenes, parece más bien que estamos jugando en contra de la idea de aprovechar el bono demográfico que aún nos queda. Los jóvenes que van llegando a la edad de trabajar la están pasando mal, no ven un futuro prometedor y muchos quieren irse. El 62% de los jóvenes (20 puntos porcentuales por encima del promedio nacional) señala que estaría pensando irse del país en los próximos tres años y dos tercios de ellos en que se irían para no volver, de acuerdo con un estudio de opinión de mayo de este año hecho por el Instituto de Estudios Peruanos (IEP). El 71% de jóvenes señala que se quiere ir por la falta de perspectivas positivas en cuatro temas: situación laboral, perspectivas económicas, oportunidades de educación y relación con la democracia.
Situación laboral. Los jóvenes ven con preocupación sus oportunidades y futuro laboral. Mirando los datos para Lima Metropolitana que publica el INEI, la población económicamente activa –los que están trabajando o buscando trabajo– menor de 24 años cayó en casi 3% en este año respecto al año pasado (y en 10% respecto del 2019). De ellos, los ocupados también se redujeron proporcionalmente. El porcentaje de trabajadores jóvenes adecuadamente empleados ha mejorado en el último año, pero sigue muy por debajo del nivel del 2019 (18% menos). Menos PEA juvenil, menos ocupados y los ocupados más precarios que antes de la pandemia. Además, los jóvenes enfrentan tasas de desempleo mucho mayores que las de los adultos (15% vs. aproximadamente 6% del resto de grupos etarios).
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Perspectivas económicas. Los jóvenes, de acuerdo con los datos presentados por el IEP a partir de su informe de opinión de mayo piensan mayoritariamente que la situación económica del país está peor (57%) o igual (37%) que hace 12 meses. Asimismo, responden que esta situación empeorará (46%) o seguirá igual (32%) en los próximos meses. Al ser consultados por su situación económica, 78% señala estar igual o peor que hace un año y 64% que estará igual o peor en los próximos 12 meses. El 78% de los jóvenes considera que la crisis política actual del país afecta negativamente su economía.
Oportunidades educativas. En los últimos años dos tendencias negativas que se potencian. Primero, el estrepitoso retroceso en las reglas y acciones orientadas a avanzar hacia un sistema educativo de calidad, donde el objetivo sea una formación sólida y pertinente y no solo el lograr un título vacío de capacidades reales. Segundo, un empobrecimiento sostenido de muchas familias (recordemos que de acuerdo con la Encuesta de Hogares del INEI para el año 2023, entre 2019 y 2023 los ingresos reales de las familias peruanas han caído en promedio 10% y que el consumo real de las familias en 11%, siendo la reducción en el rubro educación de casi 23% en dicho periodo).
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Apego a la democracia. Según el Barómetro de las Américas (Lapop) entre los jóvenes peruanos, el deterioro respecto a su satisfacción con la democracia a disminuido. En el 2006 el 42% de los jóvenes estaba satisfecho con la democracia, en el 2023 el porcentaje cayó a 25%. A pesar de ello, los jóvenes son optimistas y consideran que es posible que surja un partido (77%) o una persona (73%) que lidere un cambio positivo en el país.
Cuidar, invertir, impulsar y acoger las preocupaciones de nuestros jóvenes es impostergable, más aún cuando estamos entrando al tramo final del “bono demográfico”. Urge hoy apoyar y profundizar acciones a favor de los jóvenes (buenos ejemplos pueden ser el CADE Universitario, los eventos de Líderes Empresariales de CAENE, entre otros).
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Hoy más que nunca necesitamos que el grupo más joven, sea el que soporte la democracia, apueste por la gobernabilidad, y aporte y genere el crecimiento y el desarrollo del Perú. Sin ello el futuro del país es aún más incierto, informal, ilegal e inseguro.
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