Consultor Asociado - LHH DBM Perú
El posicionamiento personal es “nuestra oferta de valor”, nuestro valor diferencial, aquello que nos distingue, nos hace únicos y que nos destaca respecto de otros profesionales con experiencias y perfiles similares al nuestro.
Es así que nuestro posicionamiento viene a ser una combinación de lo que somos, lo que sabemos hacer y lo que queremos hacer. Debemos usar nuestro posicionamiento por ejemplo en el CV, en el párrafo inicial de manera muy suscinta; en el perfil de LinkedIn, y en una entrevista laboral en respuesta a la típica pregunta ¿por qué deberíamos contratarte?
¿Qué debe contener nuestro posicionamiento? Nuestra experiencia (en cargos y funciones específicas en sectores determinados), nuestras habilidades duras (o conocimientos técnicos que nos hacen expertos o especialistas en algo), y nuestras habilidades blandas. En esta última me quiero detener por la importancia que tienen y que no siempre se les reconoce.
Las habilidades blandas o soft skills son nuestras principales fortalezas, competencias o destrezas: aquellas habilidades humanas y sociales que llevamos dentro (de forma inherente o habiéndolas adquirido durante nuestra trayectoria profesional), que nos acompañan siempre y que son transversales y transferibles a diversos sectores económicos. Es aquella que nos permite “hacer nuestra magia”.
Por ejemplo, la inteligencia emocional nos permite conectar y encajar en la cultura organizacional. El liderazgo sirve para guiar e inspirar equipos de trabajo. La resiliencia, para levantarnos fortalecidos luego de una caída. El manejo de crisis, para mantener la ecuanimidad y el foco en medio de una.
La adaptación, para adecuarnos a los cambios inesperados con tolerancia y flexibilidad. La creatividad e innovación, para proponer ideas disruptivas de mejora de procesos. La empatía, para escuchar, entender y hacer nuestro el punto de vista de otros. Todos tenemos varias habilidades pero, con seguridad, nadie tiene todas.
Es muy recomendable conocer nuestras habilidades y tenerlas siempre presentes, especialmente durante un proceso de transición laboral. Para ello, es necesario hacer el ejercicio de identificar qué competencias utilizamos en cada uno de los logros que hemos señalado como propios en nuestro CV. Aquellas competencias o habilidades blandas que se repitan con mayor frecuencia, serán las que mejor nos caracterizan.
Tengamos claro nuestro aporte a una organización, basados siempre en nuestro posicionamiento: experiencia previa, habilidades duras y, cada vez en mayor medida, nuestras competencias o habilidades blandas.