Economista, , docente de la Escuela de Posgrado de la U. Continental
1. “Es sin duda una recesión, no me cabe la menor duda…” fue la sorprendente declaración del ministro economía cuando entraba al Congreso a solicitar la autorización para aumentar el gasto público, el viernes pasado. Pero más preocupante aún resultó la frase que siguió: “y lo que queremos es salir de esta recesión con el crédito suplementario (que venimos a pedir)”. Pareciera que el ministro nos estaba diciendo que la recesión se debía a que el presupuesto público ya aprobado resultaba insuficiente.
2. Lo anterior –sumado al hecho de que el BCR solo está reduciendo la tasa de interés de referencia de a poquitos y lentamente, cuando se verifica una fuerte contracción de la demanda interna– ha llevado a que algunos piensen que la recesión actual se debe a que no se ha implementado una política macroeconómica contracíclica de manera oportuna. Probablemente, estos adeptos al fine-tuning macroeconómico consideran que la responsabilidad del pobre desempeño de la economía recae en el MEF y el BCR, que no estarían siendo lo suficientemente “activistas”.
3. Ojalá que al Congreso no se le ocurra interpelar a las autoridades económicas. ¿Se imagina usted las preguntas y respuestas que podrían darse en dicha sesión? Escuchar a los congresistas pedirle a Velarde por la referencia de la tasa de interés o verlos concentrados en sus celulares mientras el ministro de economía diserta sobre la sostenibilidad del déficit fiscal, sería anecdótico o, incluso, tragicómico, pero básicamente fútil. Todos tenemos mejores cosas que hacer.
4. Como expliqué en “¿Qué hacer frente al estancamiento?” (Gestión, 27/09/2023), implementar una política contracíclica efectiva no es fácil de ejecutar en las actuales circunstancias, y sus posibilidades de éxito son muy limitadas: el tipo de cambio se puede disparar y la probabilidad de despilfarrar los escasos recursos fiscales es muy grande. A pesar de esto, no actuar frente a la fuerte desaceleración económica, no resulta razonable.
5. Pero lo que se requería no era ir al Congreso a pedir un crédito suplementario. El problema no reside en que se autorice a gastar más al Ejecutivo, sino en que este ejecute bien el presupuesto ya aprobado –a propósito, ¿qué pasó con la ANI?– y, sobre todo, en la falta de confianza que desincentiva la inversión privada. Como comentaba un colega: pretender que con un crédito suplementario se va a salir de la recesión “es como proponer tomar sopa con tenedor”. En el actual contexto, el Ejecutivo debería plantear un acuerdo político alrededor de un programa de reactivación basado en la promoción de la inversión privada. El mismo tendría que focalizarse en el destrabe de grandes proyectos mineros y de infraestructura que puedan empezar a ejecutarse en el corto plazo.
6. Salir de la recesión o del estancamiento no será fácil, va a tomar tiempo. Pero no podremos hacerlo si primero no enfrentamos la miopía populista que afecta a nuestros políticos. Debemos entender que retomaremos al crecimiento sostenido solo si damos las señales adecuadas: promoviendo la inversión privada y resguardando la estabilidad macroeconómica.