Economista, docente de la Escuela de Posgrado de la U. Continental
1. La economía peruana sigue mostrando preocupantes signos de estancamiento. Aunque difícilmente el 2023 terminará con un crecimiento negativo (a pesar de los resultados del primer semestre, en que decrecimos en 0.5%), es indudable que este año el crecimiento económico será insuficiente: será menor al de la población, con lo que no solo el ingreso per cápita disminuirá, sino que la pobreza volverá a aumentar.
2. Por otro lado, la inflación continúa disminuyendo progresivamente, aunque no a la velocidad anticipada por el BCR a inicios de año, siendo probable que el incremento de precios de este año se sitúe entre 4.5% y 5%. Y, a pesar de que la inflación seguirá por encima de la meta del Banco Central por un buen tiempo (3% anual), la caída de la actividad económica habría facilitado la decisión del BCR de la semana pasada de reducir su tasa de interés de referencia. Sin embargo, este solo lo hizo en 0.25 puntos porcentuales. Es muy probable que la autoridad monetaria continúe reduciendo su tasa de referencia “de a poquitos” (sobre todo si es que anticipa que la Reserva Federal de Estados Unidos aumente la suya).
3. Por lo tanto, no es razonable prever que el BCR adopte una política monetaria expansiva. En otras palabras, no debemos anticipar una pronta reducción de las tasas de interés que favorezca el aumento en la demanda interna. No, por ahí no va. ¿Y la política fiscal? ¿Podría esta asumir una posición expansiva? Para esto, el MEF tendría que ser más agresivo promoviendo un aumento en el gasto agregado.
4. El problema es que ejecutar una política fiscal expansiva que resulte medianamente razonable (sin grandes despilfarros) no es fácil de hacer, sobre todo si no se tiene la convicción de su necesidad y de que tendrá un impacto positivo en la actividad económica. Más aún, en un contexto de recaudación tributaria a la baja y de que el endeudamiento público se incremente más allá de lo deseado por el MEF y de lo que es bien visto por las calificadoras de riesgo (Moody´s acaba de resaltar este riesgo).
5. ¿Podría una política macroeconómica anticíclica hacer una gran diferencia en un contexto de alta incertidumbre como el actual? Supongo que las autoridades del BCR y del MEF piensan que no y que es mejor esperar a que la economía se recupere sola. El “síndrome del piloto automático” dirían algunos o la “tendencia a arrastrar los pies” señalarían otros. No es justo; no hay que confundir responsabilidad y cautela con temor y procrastinación. Sin embargo, no actuar frente a la fuerte desaceleración económica, no parece razonable.
6. Resulta indispensable que el gobierno coordine y coopere con el sector privado para destrabar y promover la ejecución de proyectos de inversión y promover el relanzamiento de las APPs y de OxI. Hoy como nunca, Proinversión está llamado a jugar un rol macroeconómico protagónico.
7. Este es el tipo de política expansiva que el país necesita, muy superior a la opción de despilfarrar más dinero en empresas públicas. Pero para tener éxito se requiere de un esfuerzo multisectorial y de un liderazgo que debe provenir desde la misma presidencia de la república y de la PCM. Aún estamos a tiempo.