Escribe: Carlos E. Paredes, economista y docentes de la Escuela de Posgrado de la U. Continental.
1. El domingo pasado, Alfredo Torres publicó un interesante análisis sobre la supuesta polarización política que afecta a los peruanos en la actualidad. En su opinión, el Perú no está políticamente polarizado, sino fragmentado: “Con frecuencia se escucha decir que el Perú está polarizado. No es cierto. El 80% no sabría por quién votar si mañana hubiera elecciones; y, si se presenta una lista de opciones, lo que se observa es una gran dispersión.”
2. Sin duda la oferta política está muy fragmentada, inusitadamente fragmentada. El lunes de esta semana comprobé en el directorio de organizaciones políticas del Jurado Nacional de Elecciones que había 28 partidos políticos inscritos y, no sólo eso, que otros 19 partidos políticos se encontraban en proceso de inscripción. Revisé ambos listados y de los partidos inscritos reconocí los nombres de la mitad de ellos; en el caso de los partidos en vías de inscripción, a ninguno.
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3. Pasando ahora a la demanda de opciones políticas, no creo que esta esté tan fragmentada como la oferta. Probablemente está más polarizada y mejor definida que la primera. Por ejemplo, hay muchos peruanos que aborrecen la intervención del Estado en la economía, mientras que un gran número que desconfía de la empresa privada. Muchos consideran que el respeto de la propiedad y los contratos es esencial para el progreso, mientras que otros consideran que lo esencial es reducir la inequidad. Millones se indignan realmente frente la corrupción. La mayoría sufre los efectos de un Estado disfuncional que no provee los bienes y servicios públicos que debería proveer. Entre algunos otros factores electorales relevantes, este conjunto de creencias, vivencias y emociones son las que están detrás de nuestras preferencias políticas.
4. Estas preferencias son las que facilitan el voto en la segunda vuelta electoral, cuando nos resulta más fácil elegir entre dos opciones que usualmente –no siempre– parecen ser muy diferentes entre sí, sobre todo en los temas que realmente nos importan. Es en ese momento cuando se hace evidente el grado de polarización existente, el cual en muchos temas es muy fuerte.
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5. Sin embargo, la elevada fragmentación de la oferta política puede llevar a que a la segunda vuelta no pasen los partidos que representan las posiciones donde se ubican la mayor parte de peruanos. De hecho, en la primera vuelta no resulta fácil para el elector promedio identificar cuál de los muchísimos ofertantes (partidos) se acerca más a lo que él o ella realmente demanda. Así, es perfectamente factible que en la segunda vuelta muchos peruanos sientan que se les está obligando a “elegir entre el cáncer y el sida”. Muchos peruanos, me atrevo a pensar que más del 40% del electorado, sienten que esto es lo que les pasó en el 2016 y en el 2021. Y el costo para el Perú ha sido enorme.
6. Hoy nos acercamos a un nuevo proceso electoral y vamos más fragmentados que nunca. Dado que queda muy poco tiempo para cambiar las reglas electorales y será difícil hacerlo bien, para reducir la fragmentación solo nos queda realizar alianzas entre partidos afines. Esto evitaría que terminemos nuevamente fregados.
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