Economista, docente de la Escuela de Posgrado de la U. Continental
1 El lema central de la CADE 2023 que tuvo lugar la semana pasada en Urubamba fue “Volver a creer, volver a crecer”. A la reunión empresarial asistieron muchos ministros de Estado; sin embargo, tras algunas de sus intervenciones, varios asistentes se preguntaron: ¿volver a creer?, ¿en serio?... A continuación, algunas reflexiones en torno a qué hacer para que podamos pensar en volver a creer.
2Desde hace muchos años, el presidente del Consejo de Ministros no es titular de una cartera ministerial; se dedica a tiempo completo a presidir el gabinete ministerial y a coordinar la política general del Gobierno; a ser una especie de jefe de Gobierno. Alberto Otárola es, tal vez, el premier que se ha acercado más a esta figura. En la reciente CADE, Otárola contribuyó a fortalecer esta percepción. En buena hora: en medio del estancamiento y desilusión, se necesitaba mostrar liderazgo en el Ejecutivo. Su acercamiento al sector privado es, sin duda, positivo y debe saludarse.
3Sin embargo, para ser exitoso, Otárola debe primero reconocer que la orquesta que dirige está desafinada y que algunos de sus miembros deben ser reemplazados. Ojalá que la reunión en Urubamba marque un punto de inflexión y que el Gobierno tome un rumbo claro que genere la confianza requerida para dinamizar la inversión privada, generar empleo y reducir la pobreza. El Gobierno no debe esperar resultados diferentes si primero no introduce cambios y los comunica adecuadamente. Entre estos está el desmarcarse con claridad de la ideología y de los aliados del prófugo más notorio del país.
4El Ministerio de Energía y Minas (Minem) es probablemente la cartera con mayor potencial para reactivar la inversión privada. Hay decenas de miles de millones de dólares en proyectos de inversión minera que están parados. Pero en vez de destrabarlos y promoverlos, el Minem parece estar obsesionado con Petroperú. Viene entregándole a dedo los lotes petroleros del noroeste, marginando así a potenciales inversionistas privados y deteriorando aún más el ya alicaído clima de inversión. Pero no solo eso, el apuro y la arbitrariedad con que actuó en el caso del Lote Z-69, ubicado en el mar de Piura, probablemente lleve a contingencias ambientales importantes, pues Petroperú no tiene la capacidad para operarlo de manera segura. Así, desde el Minem, se viene implantando la concepción del rol empresarial del Estado que quisieron imponer Cerrón y Castillo, cueste lo que cueste.
5Por otro lado, es indudable que el MEF ha perdido liderazgo. No solo no ha logrado poner en vereda a ministros disonantes, ni evitado bloquear iniciativas contraproducentes desde el Legislativo, sino que no ha puesto una agenda ambiciosa de reformas (laboral, régimen agroexportador, desregulación) y de proyectos (APPs, destrabe de obras y proyectos paralizados) que contribuyan a generar confianza y permitan dinamizar la inversión privada. Alex Contreras no la tiene fácil, pero su agenda y esfuerzos hasta hoy no resultan suficientes. Necesita ser más ambicioso y tratar de recorrer el camino de manera coordinada con los actores a quienes busca movilizar.
6Hagamos de la reunión en Urubamba un punto de inflexión, haciendo de la coordinación público-privada un modo de gobernar.