Economista, docente de la Escuela de Posgrado de la U. Continental
1. Hace poco, le envié un mensaje por año nuevo a un alto funcionario de este gobierno; comencé comentándole algunos aspectos de política económica que veía como sorpresas positivas, sobre todo en el campo macroeconómico. Sin embargo, también le expresé mis preocupaciones por el manejo más “micro” de las políticas públicas, sobre todo, los problemas de gestión. Le dije “es difícil que pueda haber una buena gestión con gestores no capacitados o que no reúnan las cualidades éticas necesarias para conducir los asuntos del Estado.” Esto es una verdad de Perogrullo, pero parece ser un concepto ajeno a la actual gestión gubernamental.
2. Hasta hace poco tiempo, muchos pensaban que para mejorar las cosas en el Perú lo que se necesitaba era cambiar la Constitución Política del país (aunque es probable que todavía haya muchos ingenuos que piensan así). Para muchos otros, esta creencia carece de fundamento pues, en un país donde las leyes escasamente se cumplen, no podemos pretender que cambiando la ley de leyes las cosas vayan a cambiar de manera significativa. El problema no es uno de normas sino de cómo gestionamos nuestro Estado.
3. Para muchos observadores, los nombramientos que ha hecho este gobierno a puestos claves dentro del Estado dejan mucho que desear. Se ha puesto al mando de importantes instituciones a gente no capacitada para hacerlo, ni profesional ni moralmente. Ejemplos abundan, la alta rotación de autoridades así lo demuestra. Resulta previsible que la defensa de impresentables probablemente termine poniendo en jaque al gobierno de Pedro Castillo.
4. Me temo que los escándalos de corrupción que venimos sufriendo van a incrementarse. Si no hay una voluntad real de rectificación es improbable que este gobierno pueda concluir su periodo constitucional, y si lo hace, probablemente lo hará a costa del bienestar de la mayoría de los peruanos, especialmente los más pobres.
5. Hoy, cuando el mundo renueva las esperanzas de que la pandemia sanitaria esté llegando a su fin y podremos finalmente recuperar niveles de actividad en diversos sectores que quedaron relegados, el Perú tiene la oportunidad de aprovechar un contexto internacional muy favorable. Deberíamos promover la generación de riqueza, la reducción del desempleo y la mejora de los ingresos de los que menos tienen. Para lograr esto, lo que se necesita es buena gestión pública y, por lo tanto, de buenos gestores.
6. El Estado no puede seguir siendo una traba para el desarrollo de la actividad privada, la inversión y la generación de empleo. Este, a través de la provisión de bienes y servicios públicos adecuados, puede ser un gran aliado del esfuerzo de los peruanos para progresar o, alternativamente, puede ser un lastre y frenar nuestro desarrollo. Como sabemos, en el pasado reciente, el Estado se ha inclinado más a ser un lastre que un promotor. Desgraciadamente, este fenómeno se está agravando con el actual gobierno.
7. Muchos piensan que la responsabilidad del gobierno le quedó grande al presidente Castillo. Claramente, no estaba preparado para liderar la transformación y modernización del Estado en beneficio de la mayoría de los peruanos. Pero pocos lo están, esto no es un pecado; el problema de Pedro Castillo reside en no haber convocado a más profesionales calificados, sobre todo a gente proba y con experiencia, al margen de sus posiciones ideológicas o partidarias.
8. El tema no es uno de ideología, es uno de gestión. No es tarde para rectificar. Si se hace, queda más del 90% del periodo de gobierno para fomentar el progreso del Perú. Si se persiste en lo que se ha venido haciendo y con quién se ha venido haciendo, el pronóstico es muy negativo. Señor presidente: usted tiene que decidir.