Instituto de Estudios Peruanos, IEP
Hace unos días, entre el 20 y 26 de marzo, un amplio conjunto de actividades se desarrollaron como parte de la edición 2023 de la Semana Mundial del Ahorro.
Estos eventos fueron parte de la campaña internacional “Global Money Week” 7que promueve la OCDE y que, en el Perú la Superintendencia de Banca y Seguros, SBS, coordina cada año. En esta oportunidad 68 entidades -públicas, del sistema financiero y asegurador, ONG, institutos y universidades, entre otras- hicieron diversas actividades -ferias, cursos, conferencias, webinars- sobre inclusión y educación financiera.
En ese marco se presentaron los resultados de la encuesta de capacidades financieras 2022. La SBS y el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) encargaron a Ipsos la aplicación de esta nueva encuesta (ya se han aplicado similares instrumentos en 2013 y 2019) para conocer nuestros niveles de educación y bienestar financiero.
Los resultados no dejan de ser preocupantes. A pesar de los mayores niveles de inclusión financiera -mayor acceso a productos y servicios, mayor uso de servicios financieros- los niveles de conocimientos y los indicadores de conocimientos financieros no han mejorado (en algunos casos incluso han retrocedido ligeramente) respecto al 2019.
Si bien 84% de la población maneja el concepto de inflación y el 82% comprende la relación entre riesgo y rentabilidad, solo el 21% logra calcular el monto asociado a un interés simple.
Apenas un 30% compara la oferta de productos financieros entre distintas entidades (40% en el nivel socio económico alto y 17% en el nivel socioeconómico bajo) y un 56% se endeudó para cubrir gastos del hogar (11 puntos porcentuales más que en el 2019). Todo ello se resume en que solo el 13% de la población tiene un nivel alto de educación financiera (15% entre los hombres y 11% entre las mujeres; 14% en el ámbito urbano y 10% en el rural). Y, en que solo 12% de los encuestados cuentan con un nivel de bienestar financiero alto, mientras que 57% tiene un nivel mínimo de bienestar financiero.
Parte del poco avance en el bienestar financiero tiene que ver con la compleja coyuntura económica que enfrenta la mayoría de los peruanos -inflación, empleo precario con ingresos estancados, etc.- A pesar de ello, o quizás justo por ello, el Perú es uno de los países donde un mayor porcentaje de las personas declara ahorrar activamente, 42%, cifra muy por encima del 34% que declara ahorrar en Uruguay o del 33% en Panamá, que son países con mayor inclusión financiera que nosotros. Bajas capacidades financieras y alto ahorro se evidencian en que el método con más menciones para ahorrar, es hacerlo en efectivo en casa.
La masificación del uso de medios digitales para hacer consultas, transferencias, pagos e incluso para ahorrar, ya aparece en la encuesta como de uso frecuente. El 54% de los que ahorra señala hacerlo dejando dinero en su billetera móvil (Yape, Plin, Bim).
El 41% señala tener una meta de ahorro, en particular para adquirir una vivienda o terreno y para pagar estudios o abrir un negocio. Estas metas reflejan importantes diferencias entre hombres y mujeres. Las mujeres se fijan metas en mayor medida para comprar vivienda o un terreno y para pagar los estudios de alguien más, mientras que los hombres declaran con mayor frecuencia metas asociadas a opciones como la de abrir un negocio.
Finalmente, vale destacar que los niveles de resiliencia financiera son bajos. Solo 25% de los encuestados señala que podría reunir 1000 soles en los próximos 30 días sin dificultad. Para obtener esta suma un tercio de los encuestados recurriría a sus ahorros y otro tercio a sus familiares y amigos. Cifras no solo preocupantes, sino que esconden brechas de género. Sólo 19% de mujeres señala que podría obtener dicha suma sin dificultad y 39% de ellas señala que recurriría a sus familiares y amigos como principal fuente de ayuda (mientras que los hombres usarían sus ahorros como fuente principal de fondos de emergencia).
La información recogida debe informar las acciones que implementen los reguladores (SBS y Banco Central de Reserva), las entidades públicas que impulsan una mayor inclusión financiera (en el marco de la Política Nacional de Inclusión Financiera) y los intermediarios financieros.
Todavía se requiere contar con nuevos productos y servicios, que más eficaces para atender las distintas necesidades financieras de los ciudadanos -reconociendo sus diferencias por sexo, nivel educativo, socio económico y ámbito geográfico-. Por ello hay que felicitar el trabajo que vienen haciendo algunos intermediarios financieros -Credicorp y Financiera Confianza, entre otros- para generar información y análisis no solo sobre la inclusión financiera, sino sobre las brechas (de género en particular) que esta inclusión tiene que atender.
La agenda pendiente es aún amplia y requerirá de muchos más esfuerzos y acciones coordinadas entre los actores del ecosistema de la inclusión financiera, por ello es útil y pertinente generar espacios de debate, de aprendizaje como los promovidos en la Semana Mundial del Ahorro.
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