Escribe: Enrique Castillo, periodista
Los empresarios siempre han señalado que hay que eliminar las cuerdas separadas, y que la política y la economía no deberían estar divorciadas. Sin embargo, CADE 2024 se convirtió en la expresión de la distancia, hoy, entre el sector público y el privado, de la política y la empresa, de los gremios empresariales y las instituciones del Estado.
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Una de las conferencias de ejecutivos con más participantes privados de los últimos años no contó con la presencia de ningún ministro, sólo estuvieron tres congresistas, no se vio a ningún titular de poderes públicos (Congreso o Poder Judicial) o de instituciones del Estado (Fiscalía de la Nación, JNE, JNJ, Tribunal Constitucional, Defensoría del Pueblo, y un largo etcétera), tampoco a gobernadores regionales o alcaldes provinciales (salvo los anfitriones), ni a altos funcionarios de organismos públicos. Dos o tres políticos presentes, y tampoco participaron embajadores de otros países.
Sólo el presidente del BCR estuvo para, como siempre, mostrar con total solvencia, que su permanencia al frente del ente emisor no sólo está plenamente justificada, sino que es y seguirá siendo sumamente necesaria.
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¿Qué pasó?. Es indudable que el aislamiento del Ejecutivo es una de las causas, pero eso no sucede con congresistas de las bancadas de la derecha o de ¿centro? Tampoco con los otros poderes del Estado, las otras instituciones y dependencias públicas, los gobiernos regionales, o los políticos de diversas tendencias. Algo más falló, y eso tendrán de analizarlo los organizadores.
Una pregunta que nos hacemos es, por ejemplo, si el ministro de Economía no podía trasladarse a Arequipa por la discusión del presupuesto, ¿por qué su participación no pudo ser remota por 20 o 30 minutos por Zoom u otro recurso que ofrece la tecnología? Lo que se quería era escuchar al titular del MEF y hacerle algunas preguntas, y eso se hubiera hecho perfectamente a distancia, y seguro que no se hubiese negado.
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Si alguien confiaba que la presidenta Dina Boluarte iba a ir a esta CADE, o que por lo menos lo pensaba, tal vez pecaba de muy optimista. El Gobierno había dejado caer en el Congreso al ministro más cercano a los empresarios, quizás porque no le gustó que le pusiera tanta fuerza a Tía María, quizás porque no le gustó la postura ambivalente frente al Petroperú, quizás porque a pesar de las presiones Rómulo Mucho trataba de mantenerse contrario a la prolongación del Reinfo, o, en el extremo, quizás porque en el juego político en pared con el Congreso, prefirió salvar al ministro Midis y dejar caer al ministro Minem. ¿Cómo después de esto se presentaba a sonreír con los empresarios?
Su baja aprobación en las encuestas, y su posición, indefinición, y hasta indiferencia, frente a varios de los temas que preocupan a los empresarios, le iban a impedir salir entre aplausos, lo que hubiera sido destacado por la prensa. Y si quería anunciar el aumento de la Remuneración Mínima Vital para tratar de subir alguito en las encuestas, CADE no era el mejor escenario.
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Por otro lado, la presidenta hubiera tenido que recorrer un buen trecho en auto para llegar a la sede de la CADE en Arequipa, y eso podía ser bastante complicado por todo el resguardo policial que iba a imponer, lo que hubiera sido muy notorio frente a las cámaras de los medios o a la rápida difusión de los videos en las redes sociales, en una región que no se calla nada. Ella no iba a hacer ese recorrido.
Lo de la exigencia para un cambio de formato en su presentación, y la encuesta entre los ejecutivos asistentes a la CADE, no creemos que hayan sido la causa. Es la misma desaprobación en todas partes.
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¿Y por qué no la reemplazó el primer ministro Gustavo Adrianzén, cuando eso usualmente sucede?, es una buena pregunta que también podrían responder los organizadores.
Esta total ausencia del sector público en el evento más importante de los empresarios, donde querían pasar de la degradación a la construcción de nuestro futuro, para lo cual se necesitaba a la otra parte (el sector estatal) también debe hacer pensar al empresariado. ¿Están perdiendo peso político o capacidad de convocatoria? ¿No generaron el interés suficientes o fueron temas logístico los que impidieron esa participación?
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Esta CADE debió ser preelectoral. Esa es nuestra posición particular. Es bueno promover la esperanza y motivar, y hubo varias presentaciones realmente muy buenas y una buena organización, pero es importante también el aterrizaje a la realidad y la búsqueda del consenso y la acción misma hoy.
Para salir de la degradación y construir el futuro, hay que buscar proponer y plantear hoy una agenda de temas prioritarios concretos que nos preocupan hoy (seguridad, minería ilegal –en una región donde conviven la minería moderna y legal con la ilegal–, migración, reducción de la pobreza, etc.) así como buscar hoy el compromiso y los acuerdos (pactos, alianzas, coaliciones, como los quieran llamar) de quienes tienen hoy la gran responsabilidad de manejar el país, y de quienes pretenden, desde hoy, manejarlo en el futuro.
Y eso no solo incluye a los empresarios, sino al sector público precisamente, que tiene una gran parte de culpa en esa degradación, a los partidos políticos, y a los políticos y precandidatos.
La próxima CADE ya será tarde. Será en diciembre, con todas las candidaturas inscritas, en la parte final de la campaña electoral y con todo ya jugado. Por eso creemos que era hoy.
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