"En esta titánica tarea, de salvar al Perú, pese a todo, tengamos presente que uno es tan joven como sus esperanzas y tan viejo como sus dudas". (Foto: Elías Alfageme | GEC)
"En esta titánica tarea, de salvar al Perú, pese a todo, tengamos presente que uno es tan joven como sus esperanzas y tan viejo como sus dudas". (Foto: Elías Alfageme | GEC)

Past president Asociación de Bancos del Perú

La CADE Ejecutivos tiene más de 60 años, sin embargo, la mística que envolvió a sus asistentes en la primera edición, en 1961, no ha llegado a la segunda década del siglo XXI. Una pena, ya que aun en los años más duros del gobierno militar, de los 70, la CADE fue el único foro abierto y la oportunidad para que el empresariado plantee demandas, criticas, e ideas en favor del país.

Hoy, el empresariado, con grandes excepciones, parece haber caído en un estado de mutismo, indiferente o haberse sumado al grupo “no sabe, no opina”. Una situación que se ha acentuado dramáticamente en los últimos 6 años y se ha marcado dolorosamente en los últimos 16 meses.

No pretendo, como en la primera edición de la CADE, que el sector privado tenga la misma motivación o incluso poder de decisión. El mundo ha cambiado en estas 6 décadas. Los “todistas” del ayer, son las especies en extinción de hoy. Estamos en la era de la especialidad y del individualismo, con nuevos conocimientos, nuevas profesiones e inteligencia artificial; un mundo nuevo. Ahora solo nos toma un segundo comunicarnos con el mundo, o acceder al nuevo audio, video o mensaje para descubrir la miasma de corrupción que está secuestrando al Perú.

Ante esta realidad, quiénes son los llamados a opinar. Me preguntó por qué no se pronuncian los colegios profesionales y las universidades, y así nos muestran el camino para la buena marcha y desarrollo sostenible en lo que saben hacer. Igual sucede con los que son los principales actores del desarrollo, los llamados por obligación a opinar y a plantear medidas y reestructuraciones, ya que conocen los problemas y enfrenta la realidad todos los días. Me refiero a los gremios y cámaras de comercio que agrupan a las empresas por especialidad; así como las asociaciones de empresarios de la pequeña y micro empresa. Quien mejor que ellos, que enfrentan la realidad a diario, que saben sus potencialidades y sus problemas en cada nivel, para presentar planes de acción, programas de simplificación administrativa (trámites burocráticos) y de financiamiento para el desarrollo. Desgraciadamente con la reducción de sueldos en el Estado, no se cuenta con muchos profesionales preparados para impulsar el despegue de un país desvalijado por las huestes corruptas, que barriendo con todo en provecho de sus propios intereses.

El sector privado genera el 70% de los ingresos del Estado y un gran porcentaje se va en el esfuerzo por desarrollar las regiones, las que en su gran mayoría no están cumpliendo con sus responsabilidades por falta de personal idóneo y por la voraz corrupción que en los últimos años ha crecido tremendamente en perjuicio de su población, estancando su desarrollo porque solo hay el interés personal y nada de progreso y principios, como los planteados desde la primera edición de la CADE.

Por todo ello, como provinciano serrano arequipeño, con 86 años, que nunca imaginó llegar a esta edad y ver “a su país” sumido en el descalabro en el que se encuentra, sobre todo moral y de indiferencia, exijo un cambio inmediato. Hoy, a nuestros gobernantes no les interesa, en absoluto, sus pobladores y su desarrollo. Que los empresarios – a todo nivel- hagan suyo el reto, es lo que demandan los peruanos. Como empresario, tengo claro y sé lo que significa “tomar decisiones difíciles” porque lo he hecho muchas veces desde joven, pero cuando son necesarias hay que tomarlas y actuar con valentía, parar salvar el futuro.

Nos hacen falta “líderes jóvenes”, espero que los encontremos pronto, y que volvamos a tener 2 o 3 partidos políticos con idearios, que apoyen seriamente el desarrollo del Perú. Una tierra que Dios bendijo con agua en abundancia, tierras buenas para cultivar, climas maravillosos, variedad de plantas y árboles, minería variada, mar con todo tipo de peces; en fin, tres regiones naturales con mucha riqueza. Frente a esta riqueza, a los peruanos solo nos queda -aunque no lo crean- poner lo más sencillo: compromiso, para juntos planear un futuro con esperanza y sobre ello trabajar y hacerlo realidad. Así, iremos eliminando la pobreza y seremos un país digno de envidia.

Al empresariado que irá a la CADE, le pido que tome decisiones con responsabilidad y civismo. Hagámoslo juntos, los jóvenes de corazón y quienes se encuentran en plena juventud, con la fuerza de la unidad podemos reconstruir un país con oportunidades para todos. En esta titánica tarea, de salvar al Perú, pese a todo, tengamos presente que uno es tan joven como sus esperanzas y tan viejo como sus dudas.