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Lecciones sobre hacer previsiones

Miguel CardosoEconomista jefe para España de BBVA Research

Yogi Berra, el magnífico jugador y después entrenador de los Yanquis de Nueva York solía decir que "es difícil hacer predicciones, sobre todo acerca del futuro". Para los economistas alejados del mundo académico y dedicados a la previsión, no hay frase que parezca más cierta.

Todos los días utilizamos modelos y tecnologías cada vez más sofisticadas tratando de descifrar qué deparan los siguientes trimestres, y sin embargo, la experiencia y las hemerotecas nos enseñan que nuestro progreso a este respecto ha sido relativamente limitado. En todo caso, hay ciertas lecciones que hemos podido aprender.

La primera es que es más fácil hacer previsiones durante una expansión que durante una recesión. Esto es relativamente alentador, ya que afortunadamente, las economías pasan la mayor parte del tiempo en crecimiento.

En el caso de la española, esto se ha reflejado en un consenso que va en aumento respecto a la recuperación que se va observando. De hecho, las estimaciones que tenemos respecto a lo que va del tercer trimestre apuntan a que el PIB estaría creciendo a tasas que ya alcanzan entre un 2% y un 3% en términos anualizados, un ritmo que de consolidarse durante los siguientes trimestres ayudaría a una rápida absorción de los grandes desequilibrios que todavía enfrenta la economía española.

Lo anterior tiene que ver en buena parte con la creciente certidumbre que rodea las decisiones de empresas y familias, y a la finalización de algunos ajustes que se han dado durante los últimos cinco años.

Adicionalmente, a nivel europeo se espera que la política monetaria se vuelva aún más expansiva.

Esto es particularmente importante para España, porque aunque no es deseable un crecimiento del endeudamiento de familias y empresas, y más bien lo que se espera es que continúe el proceso de despalancamiento, sí que sería beneficioso un descenso en el coste de financiación (que se mantiene relativamente elevado) y la garantía de que toda demanda solvente será satisfecha.

A nivel de la UEM, aumenta la evidencia de que parte de la desaceleración que se observa puede revertirse con una política monetaria más ambiciosa, por lo que en ambos casos, las recientes medidas por parte del BCE son bienvenidas y, en España, podrían llevar a la provisión de 50 mil millones más de crédito respecto a un escenario donde no se hubiera actuado.

Por último, el Gobierno ha anunciado una disminución impositiva, que aumentará en alrededor de dos décimas el crecimiento de 2015, al mismo tiempo que probablemente se cumplirán con los objetivos de déficit prometidos.

En resumen, los mejores datos que venimos observando y políticas que apoyarán el crecimiento de la demanda durante los próximos trimestres apuntan que la recuperación se mantendrá durante los próximos trimestres y explican el creciente consenso sobre el crecimiento en España.

Volviendo al tema de las previsiones, la segunda lección a tomar en cuenta es que los economistas (y nuestros modelos) somos famosos por no poder prever exactamente el momento y la intensidad de las recesiones.

Esto es en cierta medida natural ya que de existir una tecnología capaz de predecir el cambio de ciclo, sería explotada de tal manera que, paradójicamente, terminaría con los ciclos económicos.

En cualquier caso, la ventaja que tenemos los economistas no es la de predecir exactamente lo que va a suceder y en qué momento, sino la de poder avisar con tiempo acerca de los desequilibrios que se pueden estar formando y las consecuencias de mantenerlos.

En este sentido, hay que decir que las políticas de demanda que se han descrito arriba, simplemente servirán para trasladar crecimiento futuro al presente y que la capacidad de crecimiento a medio plazo continúa restringida por las deficiencias que persisten en el funcionamiento de los mercados de bienes y servicios.

Aunque no lo consideramos probable, la reciente desaceleración de las exportaciones podría ser un síntoma de agotamiento de las reformas aprobadas durante los últimos años.

Por otro lado, en el caso de la política fiscal, al utilizar el margen que ha dado la mejora cíclica de los ingresos y los gastos para reducir los impuestos, se ha introducido incertidumbre sobre el necesario proceso de reducción del endeudamiento público.

Ambos procesos pueden manifestarse en la incapacidad de avanzar en el desapalancamiento respecto al resto del mundo, lo que eventualmente restringiría el crecimiento y llevaría a un escenario de peligroso estancamiento.