Por German Rodríguez Larrain Echecopar
Socio del Estudio Rodríguez Larrain Abogados
En estos difíciles momentos en los que la humanidad entera viene enfrentando a un enemigo en común, un enemigo invisible pero perceptible, un enemigo al que muchos lo vemos lejano pero que se encuentra tan incorporado a nuestra cotidianeidad, es que corresponde hacer una breve pausa para que, a manera de reflexión, nos permita evaluar nuestro balance personal en la vida.
Y es que sucede que en esta vida el ser humano se preocupa, con justa razón, de los aciertos y desaciertos realizados, siendo buenos para reprobarlo malo, pero malos para felicitar lo bueno.
Sin embargo, la lección no consiste en separar y aislar ambos aspectos pues ello conllevaría a la depresión y angustia, sino que, en su lugar, debemos considerarlos como parte integrante de la naturaleza humana: el ser humano acertará y se equivocará. Lo importante consiste en sacar provecho a ambas situaciones.
Así entonces, si cual operación aritmética pusiéramos en una balanza todo lo bueno que hemos hecho y hacemos tanto por nosotros en particular como por aquellos que queremos ver adelante en la vida (familia, amigos, prójimo, etc.), frente a todo aquello que no hicimos bien, que nos molesta y nos frustra, podremos apreciar el resultado de nuestro presente.
Solo conociendo nuestro presente, por más duro que este resulte, podremos proyectarnos a futuro corrigiendo los errores, asumiendo la experiencia adquirida y potenciando los aciertos realizados.
En estos momentos de pandemia mundial COVID-19 cada persona puede hacer su balance personal: ¿hemos cumplido las reglas de aislamiento social voluntario?, ¿somos gestores de formalidad o informalidad laboral?, ¿somos buenos electores?, ¿pagamos impuestos?, ¿generamos desarrollo nacional?, ¿apoyamos a la población vulnerable?, ¿respetamos los bienes públicos haciendo un buen uso de éstos?, ¿hacemos buen uso de los pases laborales o vehiculares?, ¿somos participes de la corrupción nacional?.
La realidad actual que advertimos en el Perú (desgobierno, incertidumbre, informalidad, hacinamiento, desempleo, recesión, corrupción, etc.), es en gran parte responsabilidad de los individuos más que del Estado. ¿Qué hacer ante ello? Asumir los errores incurridos para mejorar las acciones futuras. Sumarnos todos a empujar el mismo carro. ¡Aún estamos a tiempo!
Esta enseñanza de vida, quise trasladarlo como un mensaje personal, es lo mínimo que le debo a un gran maestro y amigo. ¡Gracias Piero!