Escribe: Martin Naranjo, presidente de Asbanc.
En la actualidad, el crimen y la violencia son dos de las principales preocupaciones de todos los peruanos. En todas las regiones, en todos los estratos sociales, en todas las edades, la proporción de la población que ha sido víctima de delitos como robo, secuestro o estafa sigue subiendo. Según Osiptel, en el Perú se producen más de 4,600 robos de celulares cada día. Para este tipo de crimen el valor del equipo celular está pasando a ser un factor secundario frente a la posibilidad de acceder a nuestras cuentas o de suplantar nuestra identidad. Acceder a nuestros datos personales, contactos, redes sociales y, especialmente, a nuestras cuentas y servicios bancarios, puede fácilmente llegar a ser más valioso que el equipo mismo.
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La conveniencia que nos brindan los servicios digitales viene de la mano con un cambio importante en el espacio de seguridad en el que nos desenvolvemos. Seguridad física y seguridad digital se entrelazan cuando nuestros celulares quedan expuestos junto con nuestros datos y cuentas personales. En el sistema financiero, esta mayor criminalidad y violencia se traduce en mayores reclamos por operaciones que los titulares de las cuentas no reconocen como propias. Los reclamos por operaciones no reconocidas se han convertido, así, en el tipo de reclamo más común.
Prevenir siempre es fundamental; proteger la información personal y financiera es igualmente fundamental. Mantener actualizados los programas y las aplicaciones, utilizar contraseñas robustas y cambiarlas con frecuencia incrementa la seguridad personal. Utilizar la huella digital o el reconocimiento facial para desbloquear el celular y ponerle una clave PIN mejora notablemente la seguridad de la información.
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Si se es víctima del robo del celular, debe tenerse siempre en consideración que la integridad física es lo primero y más importante. También debe tomarse en cuenta que los tiempos de respuesta son críticos: en una emergencia médica, o en un rescate de los escombros después de un terremoto, unos minutos pueden hacer grandes diferencias. Igualmente, después de un robo de celular, informar y bloquear cuentas y equipos más rápidamente puede disminuir sustancialmente las pérdidas que potencialmente se enfrenten.
En las estadísticas que manejamos desde la Asbanc hemos verificado que, hoy en día, solo el 4 % de los usuarios del sistema financiero puede recordar el número de teléfono de su banco que tendría que utilizar para bloquear sus cuentas, bloquear sus aplicaciones o sus productos financieros digitales. También sabemos que en la actualidad una de cada cuatro víctimas del robo de su celular demora más de una hora en llamar o en acudir a su entidad financiera para bloquear sus cuentas. Estas demoras son muy perjudiciales.
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Las acciones de corrección inmediata son elementos clave en cualquier sistema de gestión de riesgos. Representan la segunda capa, la que entra a funcionar una vez que la capa de prevención es superada: una vez que ya ha sucedido el robo, una vez que ya ha sucedido el terremoto, el accidente o la emergencia médica. Si se tratara de un incendio, la capa de las acciones correctivas inmediatas es la capa en donde entran a funcionar los extinguidores. Lógicamente, uno no sale a comprar extinguidores cuando está en medio de un incendio. Los extinguidores tienen que estar presentes y a la mano, con la debida carga y mantenimiento, para poder ser usados inmediatamente.
Por ello, trabajando por la seguridad de todos los peruanos, los bancos privados del país ponen a disposición de los usuarios del sistema financiero el número de emergencia 1820, al que se puede acceder en cualquier momento, desde cualquier operador de telefonía, marcando esos cuatro dígitos: 1820.
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Todos los bancos participan de este esfuerzo. Si uno pierde o le roban el celular, marca 1820 desde cualquier otro teléfono y le contesta un sistema que pide solamente el nombre del banco donde uno tiene sus cuentas. El usuario dice el nombre de su banco y se le conecta automáticamente con la opción de bloqueo en los sistemas del banco nombrado. Ya en los sistemas de bloqueo del banco, el afectado se identifica y pasa por los procesos de autenticación respectivos. Si se tuviera que bloquear tarjetas o aplicaciones en otro banco adicional, simplemente se vuelve a marcar 1820 al terminar y se hace lo mismo con el banco adicional.
Este procedimiento no solamente es fácil de recordar. También evita más de un dolor de cabeza y ahorra unos buenos minutos en una circunstancia crítica. De esta manera se mejora la seguridad personal, y la de todos los usuarios del sistema, al reducir o impedir que se hagan operaciones fraudulentas. También mejora la experiencia de las personas al no tener que pasar por los procesos de reclamo posteriores.
Tu seguridad, la de tus datos personales y financieros está, literalmente, en tus manos. Vuelvo y repito una vez más: 1820.
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