
Escribe: Martín Reaño, socio en Reaño & Linares Asesores Financieros.
Los cambios en las políticas de comercio que viene anunciando el presidente Donald Trump en Estados Unidos tienen a los mercados alterados, a los empresarios sorprendidos y al mundo en general en compás de espera. Esta situación de desconcierto también la están viviendo los empresarios peruanos que habían ya decidido vender su empresa o que habían ya iniciado el proceso.
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La preocupación principal del empresario que quiere vender su empresa es que el precio que le ofrezcan venga castigado por la incertidumbre que ha generado Donald Trump. La lógica detrás de esto es que, cuando hay incertidumbre, el futuro no se puede proyectar con niveles razonables de certeza y, como consecuencia, los inversionistas (los que comprarían la empresa, en este caso) se cubren las espaldas ofreciendo precios más bajos.
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Si bien el razonamiento de arriba parece lógico, no es correcto para el caso peruano. Perú –por lo menos hasta ahora– es parte del grupo más favorecido con los anuncios de nuevos aranceles en Estados Unidos. Por ejemplo, de aplicarse los aranceles anunciados por Trump, habrá productos que el Perú exporta al mercado estadounidense que ahora serán más baratos que los mismos productos que China o Vietnam exportan también a Estados Unidos. Buenos vientos soplan para las confecciones textiles hechas en Perú.
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Pero hay más. Si los productos chinos se vuelven demasiado caros en Estados Unidos, los consumidores de ese país dejarán de comprarlos. Los fabricantes chinos tendrán ahora un exceso de inventario del que querrán deshacerse. Es posible que esos productos terminen en mercados como el peruano, pero a precios de remate. Esto es especialmente cierto para insumos y componentes utilizados por la industria. Esto permitiría que el productor peruano transfiera parte del ahorro al consumidor y –quizás ocurra– acostumbrar al mercado a consumir ciertos bienes y generar una demanda que prevalezca en el tiempo.
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Podríamos seguir con ejemplos. Como habrán visto, se trata de suposiciones y de escenarios que quizás ocurran o quizás no. Pero de eso se tratan justamente los escenarios: proyecciones que quizás se materialicen o quizás no. Lo importante es notar que, para el caso peruano y para determinadas industrias sobre todo, hay más razones para pensar que el futuro puede ser muy prometedor. Y si esto es así, el valor de las empresas se verá beneficiado.
Parece que sí es un buen momento para vender. Gracias Donald Trump.