Presidenta de AFIN
La Política Nacional de Transporte Urbano (PNTU), aprobada el 2019, identificó las causas de la deficiencia del transporte público: informalidad, servicios no integrados, débil organización de prestadores, deficiente planificación de rutas, parque automotor obsoleto e insuficiente cobertura.
La demanda insatisfecha de servicios públicos de calidad lleva a muchos a optar por sus propios medios de transporte, pese a los riesgos que representa para su seguridad, lo que incluye vehículos menores y los taxi colectivos.
El 2021 se vendió casi 100 mil motos en Lima y en la actualidad transitan más de 113 mil vehículos de taxis habilitados según la ATU, pero ese es el universo de los empadronados, que no refleja el total real. Por otra parte, el transporte informal en taxis colectivos ha ganado terreno en los últimos años pese a los riesgos que representa. Considerando que cobran en promedio entre S/5 y S/8 por viaje por persona, tomar este tipo de servicio informal los 5 días de la semana implica para el usuario un gasto aproximado de S/214 mensuales, que es el 11.6% del ingreso laboral promedio mensual en Lima Metropolitana. Para un usuario de Lima Norte al Centro de Lima, el gasto en colectivo es 42% mayor que en el Metropolitano.
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Lo indignante es que se avanza poco en soluciones estructurales como poner en operación de una vez por todas el Metropolitano, que es gestionado por empresas que tienen toda la experiencia en estos temas tanto en Bogotá como en otras ciudades del mundo. Desde mejorar la programación hasta saldar de una vez los múltiples arbitrajes y empezar nuevamente, pero esta vez bien, son temas pendientes.
Ni qué decir del plan de reordenamiento de rutas que demanda un cronograma transparente y ampliamente discutido que tenga el apoyo para implementar una reforma tan relevante. Básicamente, lo único que hemos visto los últimos años es muchísimos fiscalizadores vestidos de celeste parando aleatoriamente vehículos que luego siguen su curso e interrumpiendo el tráfico en arterias principales.
En resumen, esperamos un plan de corto plazo que incluya plena y eficiente operación del Metropolitano y los corredores complementarios; nuevo plan de rutas de transporte con fechas para las licitaciones y especificación de cuáles serán corredores; reconversión empresarial que incluya también renovaciones de flota; nuevos sistemas de semaforización inteligente que prioricen el desplazamiento de las unidades de transporte urbano masivo; y una clara definición de quién y en qué tiempos se darán los proyectos de metro de Lima.
El crecimiento de la ciudad deberá estructurarse con base en estas arterias de transporte y no como sucede hoy, en que el desarrollo urbano y el planeamiento de cómo nos movemos los limeños corren por cuerda separada. Tremendo reto le toca enfrentar a la nueva gestión de la ATU.
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