Master en Políticas Públicas por la Universidad de Oxford
Desde predicciones de desastres naturales, diagnóstico de enfermedades, y traducción automática hasta la automatización de tramites que antes tomaban meses; la Inteligencia Artificial (IA) conlleva prometedores beneficios para las personas y la sociedad, pero también amenazas contra la democracia, la seguridad global y riesgos de amplificar desigualdades, entre otros desafíos.
La carrera por definir y aprobar un marco de gobernanza de una inteligencia artificial ética y responsable ha estado dominada, principalmente, por actores de América del Norte y Europa Occidental en los últimos años.
En este contexto, es imprescindible que las voces del sur global alcen su voz y este es precisamente el motivo para felicitar el histórico paso dado por 20 países de América Latina y el Caribe (ALC) en la reciente Cumbre Ministerial y de Altas Autoridades realizada en Chile, donde se suscribió la “Declaración de Santiago para promover una Inteligencia Artificial ética en América Latina y el Caribe”.
Impacto y siguientes pasos
El hecho de que altas autoridades de ALC se reunan para escuchar y debatir sobre los principales desafíos de la IA refleja la intención política de trabajar en este tema tan relevante para la sociedad. Mediante la citada declaración, los países han decidido profundizar el diálogo regional y con ello se busca ser una sola voz frente a las discusiones globales.
El momento es preciso, pues la ONU se encuentra trabajando en recomendaciones para la gobernanza de la IA que serán presentadas a fines de este año y es vital que el consejo asesor de alto nivel de la ONU considere las necesidades de ALC, lo cual será más potente si son transmitidas en bloque.
Por otro lado, esta declaración representa la reafirmación del compromiso de ALC con los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional, siendo que los derechos humanos y las libertades fundamentales también se aplican en el entorno digital y deben ser resguardados con prioridad.
Asimismo, a fin de evitar la pérdida de identidad y preservar los sesgos, es de suma importancia incorporar las singularidades de ALC en el desarrollo de tecnologías de IA. Reconforta ver que los países buscan promover la participación activa de la región en la investigación y el progreso tecnológico, en lugar de limitarse a desempeñar un papel pasivo como simples generadores de datos.
Soy ferviente defensora de los diálogos de múltiples partes interesadas en política pública, principalmente relacionados con tecnologías emergentes.
Esta no es la excepción y gratifica reconocer que la declaración motiva este enfoque. El grupo de trabajo se ha establecido con miras a la constitución de un Consejo Intergubernamental de Inteligencia Artificial para América Latina y el Caribe.
La República de Chile ha sido elegida para encabezar el Grupo de Trabajo y se le solicitó convocar a una reunión de trabajo en el transcurso del primer semestre de 2024.
Una obligación moral
A la fecha contamos con varias directrices, por ejemplo, los Principios de la OCDE sobre la IA y la Recomendación de la UNESCO sobre la Ética de la IA, en los cuales diversos países de ALC son firmantes. No obstante, las limitadas acciones de ALC corren el riesgo de perpetuar las desigualdades entre naciones desarrolladas y en desarrollo.
Siendo consciente del gran avance con el compromiso regional firmado, hago un llamado para que los gobiernos de ALC lleven el dicho al hecho. Se debe empezar a tomar acciones hacia una gobernanza efectiva de la IA. El principio fundamental debe ser: la IA debe estar al servicio de las personas, no al revés.
El impacto de la IA en las trabajadoras y los trabajadores de ALC es una preocupación legítima, y se deben realizar estudios e investigaciones con urgencia para llegar a la discusión del grupo de trabajo con datos y evidencia. Solo así, se podrán decidir medidas de protección que generen resultados.
Contar con condiciones propicias para la innovación y el desarrollo de capacidades son esenciales para que ALC pueda competir en la economía digital. La generación de datos y métricas sobre el impacto específico de la IA en la sociedad de ALC, así como de los marcos normativos vigentes, es otro pilar fundamental.
Esto requiere la colaboración de diversos sectores y expertos en la materia, así como de equipos multidisciplinarios que puedan evaluar y guiar las discusiones. Por tanto, es esencial que el Consejo que se nombre sea una coalición de múltiples partes interesadas, donde se incluya a los gobiernos, la sociedad civil, el sector privado, la academia y las comunidades más vulnerables.
La paridad de género debe ser un principio rector en todas las discusiones, garantizando que las voces usualmente menos escuchadas tengan voz en la sala.
Finalmente, no puedo dejar de subrayar la importancia de poner a la persona en el centro de todas las discusiones y el respeto de los derechos humanos. La Recomendación sobre la Ética de la Inteligencia Artificial de la UNESCO es un buen punto de partida en la medida que el diálogo regional debe conllevar a que la IA sea una herramienta que mejore la calidad de vida de las personas, promoviendo la inclusión, la equidad de género y la disminución de brechas, siempre siguiendo un enfoque interseccional.
En resumen, la Declaración de Santiago marca un hito histórico en la búsqueda de una gobernanza efectiva de la IA en ALC, y sobre todo, de dejar de escuchar al norte global hablando en nombre del sur global. Es un primer paso crucial que nos va a colocar en el mapa global de discusiones sobre esta tecnología disruptiva.
Ahora, debemos asegurarnos de que este proceso sea transparente, inclusivo, y respetuoso de los derechos humanos de modo que la IA esté al servicio de la humanidad.