Escribe: José Garrido-Lecca, docente del Área de Dirección General del PAD-Escuela de Dirección
En toda empresa, como organismo compuesto por personas, es fundamental velar por su salud institucional, asegurando que se mantenga fuerte, robusta y activa. Al igual que con nuestra salud física, ignorar un problema puede llevar a complicaciones mayores con efectos duraderos. Por lo tanto, al igual que acudimos a un especialista en cuanto detectamos una dolencia, es esencial abordar los problemas empresariales de manera temprana y con seriedad. Esto garantiza un desarrollo sostenible tanto para la familia empresaria como para el negocio en sí, creando una base sólida que perdure.
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Cuando enfrentamos problemas, ya sean de salud o en el ámbito familiar, es común minimizar su gravedad pensando que “no es tan serio”. Sin embargo, esta actitud puede llevar a consecuencias más graves y, a veces, irreversibles.
Analogía con la salud física
Consideremos un ejemplo: ante un dolor leve en la columna vertebral, podríamos optar por ignorarlo. Sin embargo, no abordar el problema desde el inicio podría derivar en complicaciones que luego requieran tratamientos invasivos y costosos. De manera similar, en la gestión de una empresa familiar, el tipo de intervención oportuna depende de la magnitud del problema y de un diagnóstico claro y profesional. Así como consultar con un especialista adecuado puede salvar nuestra salud física, buscar ayuda especializada en gobernanza familiar es clave para mantener la armonía y viabilidad del negocio.
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La familia empresaria: una metáfora perfecta
En el contexto de una empresa familiar, subestimar los conflictos o problemas de gobernanza puede escalar hasta afectar la cohesión familiar y la viabilidad del negocio. Tal como en los problemas de salud, es crucial abordar los problemas con seriedad desde el principio, buscando soluciones fundamentadas. Aquí algunos criterios para evitar minimizar la situación:
- Evaluación objetiva: Realizar una evaluación honesta y objetiva de la situación.
- Consultas tempranas: Buscar asesoramiento temprano de expertos para obtener una perspectiva profesional.
- Prevención: Implementar medidas preventivas y correctivas antes de que los problemas se agraven.
- Comunicación abierta: Fomentar una comunicación abierta y transparente para identificar y resolver problemas rápidamente.
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En el caso de las empresas familiares, no se debe empezar por soluciones superficiales o temporales, ya que hay mucho en riesgo y el tiempo juega en contra. Lo que no se construye hoy, se destruye hoy.
Conclusión
La importancia de la intervención temprana no puede subestimarse en el contexto de una empresa familiar. Minimizar un problema, ya sea en el ámbito familiar o empresarial, solo contribuye a su escalada y a una potencial pérdida de control. En la medida en que cada miembro de la familia asuma la responsabilidad compartida en la prevención de conflictos y en el mantenimiento de un entorno de trabajo saludable, se facilita un desarrollo sostenible para la empresa.
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Es fundamental comprender que el tiempo, lejos de solucionar problemas, actúa en detrimento de la cohesión y de la capacidad de la empresa para adaptarse a cambios externos. Esto implica que, aunque el negocio continúe operando aparentemente sin inconvenientes, el deterioro interno va debilitando su base, afectando tanto el ámbito empresarial como los lazos familiares. La acción proactiva no solo previene crisis, sino que también fortalece la resiliencia de la empresa ante posibles desafíos futuros.
En resumen, la premisa es clara: el tiempo no cura nada, lo agrava. Abordar los problemas con seriedad desde el inicio y contar con el apoyo adecuado es la clave para evitar que se conviertan en crisis mayores. La voluntad de cada miembro de la familia de involucrarse activamente en este proceso preventivo no solo garantiza la salud de la empresa, sino también la estabilidad y armonía de la familia.
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