Ex ministra de Trabajo
Luego de la censura de la exministra Betssy Chávez por sus errores en el manejo de la huelga de los controladores aéreos y su intento de adscribir a Servir a su cartera, surge la interrogante si el nuevo ministro continuará el rumbo de sus antecesores o habrá una rectificación. En sus primeras declaraciones, el nuevo titular ha señalado que seguirá con la implementación de la Agenda 19, con la prohibición de la tercerización en el núcleo del negocio y que promoverá el Código Laboral. Si es así, lo más previsible es la continuidad. Sin embargo, es importante evaluar si el nuevo contexto lo permitirá o le forzará a reencaminar sus políticas, que sería lo más idóneo.
Para saber ello, es conveniente recordar las críticas más contundentes a la gestión anterior. Primero, la visión sesgada y el descuido a las formas. Esto se reflejó, por ejemplo, en prohibir a rajatabla la tercerización, sin oír los argumentos del MEF o del propio sector privado que le advirtieron de su ilegalidad, su afectación a las mypes y a los trabajadores. También la visión sesgada se notó al aceptar, en plena Semana Santa, la huelga de controladores aéreos tratándola como si fuera un derecho absoluto, sin ponderar su carácter de servicio esencial y que debía oír el clamor del sector turismo. En el caso de adscribir a Servir, la visión sesgada buscó poner los derechos laborales del servidor por encima del mejor servicio al ciudadano.
Otro cuestionamiento fue su falta de compromiso con el diálogo social tripartito. Fue la propia OIT la que le recordó la necesidad del diálogo en una carta muy firme que obligó a la ministra a convocar al Consejo Nacional del Trabajo (CNT). También fue cuestionada por no priorizar a los sectores más vulnerables como los jóvenes, mujeres e informales (los más afectados en la pandemia) dándole más énfasis a brindar más beneficios a los sectores formales ya protegidos. Y, finalmente, el vaso que derramó el agua fue su mal manejo de los cambios en Sunafil, que originaron la renuncia masiva de su plana gerencial, incluyendo a su titular.
Todo esto reveló que se descuidó lo importante, que se reguló con gran desequilibrio y se propició medidas que no apuntaban a crear más empleos o a reducir la informalidad. Las consecuencias hoy están claras: Primero, en el Congreso se buscaría derogar la norma de tercerización por su evidente ilegalidad; segundo, los cambios en el Código del Trabajo requieren una mayor fundamentación y un debate más amplio, y no aprobarse aceleradamente; y tercero, casi todos los expertos cuestionan adscribir Servir al MTPE.
A nivel internacional, vemos hoy señales de recesión, alta inflación y de inminente crisis alimentaria; y, a nivel interno, una prolongada crisis política y alta desconfianza, lo que genera un riesgo de desempleo. Frente a ello, lo más sensato sería rectificar la política laboral, priorizando los programas de empleo en sectores vulnerables, mayor énfasis en trabajar con el sector privado para preservar los empleos y acompañar a los sectores más impactados -como el turismo- para recuperar los empleos perdidos. Insistir en los errores y continuar con políticas cuestionadas podría ser fatal para una gestión que recién empieza. Ojalá el nuevo ministro sea consciente de la situación y evite tropezar de nuevo con la misma piedra.